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[Opinión] José Luis Gil: Un muro social de contención
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Esta semana ha sido trascendental para la vida de todos los peruanos. La valiente denuncia constitucional presentada ante el Congreso de la República por la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, contra el presidente Pedro Castillo por diversos delitos, ha remecido la conciencia nacional hasta sus cimientos. La convicción fiscal (y ciudadana) de que estamos siendo gobernados por una camarilla criminal, cuyas tropelías se sostienen en la frágil legitimidad que alcanzó al hacerse del poder el 28 de julio de 2021, no deja lugar a duda alguna. Las respuestas desafortunadas de la costra de funcionarios aduladores que acompañan al denunciado Castillo son una muestra patética de la decadencia moral que envuelve al poder del Estado.
Quienes atacan la prolija investigación fiscal y policial lo hacen por conveniencia (económica, familiar, coterránea o criminal), por pura terquedad (parte de la idiosincrasia) o por posición ideológica y política (a quienes no les está permitido ceder un milímetro en su avance al socialismo). Las vulgares acciones de sabotaje a las investigaciones, inclusive las soterradas amenazas de muerte al que habrían sido sometido fiscales, policías y periodistas, son la muestra de que la jornada para hacer un acto higiénico con ellos sacándolos del poder no será fácil.
Todo indica que no faltarán acciones de violencia en las calles (así lo advierte el periodista mexicano Fernando del Rincón de CNN), más aún si tomamos en cuenta la “experiencia” en violencia, destrucción y muerte, de los filoterroristas en el gobierno. Para nadie es un secreto que están organizados, que están creando grupos, engatusando jóvenes y ofreciendo imposibles a los incautos, con tal de lograr sus objetivos. ¿O alguien puede creer que “soltar” a Antauro Humala antes de tiempo es un acto “legal” o había cumplido de veras su condena? No olviden la frase de Lenin: “Salvo el poder, todo es ilusión”.
Por eso, planteamos la estrategia Organización y Unidad. Organizar partidos, colectivos y todos los actores de la sociedad para lograr la Unidad y tener un solo discurso, acciones simultaneas únicas a nivel nacional, regional y local, y así ser el gran muro de contención que frenará los ímpetus de la izquierda radical y sus adláteres, hoy y mañana. La unidad no significa “anexión” a un partido o movimiento grande; la unidad significa también mantener nuestra independencia ideológica y política y, aun así, luchar juntos por el bien del país.
En esta hora aciaga para el país, los peruanos tenemos que entender el grave peligro que corre la patria y que ha llegado el momento de dejar privilegios, diferencias, ambiciones y discursos que llaman a la desunión, y de dejar un legado de dignidad a las futuras generaciones. Unidos somos todo; desunidos, nada. ¡Sí se puede!
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