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[OPINIÓN] Jaime Bedoya: De vacado a tiktokero

“A TikTok se le acusa de culpabilizar la pobreza, sexualizar a menores y castigar la fealdad. Aunque esta última imputación queda en entredicho ante el éxito del vacado expresidente en dicha red”.

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En estos tiempos exhibicionistas no llama la atención ver a un manganzón en pijama haciendo el ridículo en redes sociales. La banalidad digital es uno de los motores inútiles que mantienen la modernidad en movimiento. Además, cada uno asimila su relación entre el paso del tiempo y la dignidad de la mejor manera que pueda.
Lo chirriante es cuando ese adulto disforzado hasta hace poco ostentara el más alto cargo público disponible para un ciudadano peruano. Eso ya no es solo bajar la valla; es sentarse sobre ella y disfrutarlo. Martín Vizcarra, el expresidente accidental vacado por incapacidad moral, se ha vuelto tiktokero. La pregunta es la de siempre: ¿el meteorito para cuándo?
En nuestra desnutrida realidad, el expresidente moqueguano cuenta con más de 300,000 seguidores en la red social de origen china. TikTok es una plataforma que goza de óptima capacidad de enganche pero de pésima calidad reputacional respecto a sus efectos.
A TikTok se le acusa de culpabilizar la pobreza, sexualizar a menores y castigar la fealdad. Aunque esta última imputación queda en entredicho ante el éxito del expresidente en dicha red.
La fortaleza de TikTok es al mismo tiempo su mayor peligro: su algoritmo busca por la persona, liberándola de la necesidad de ejercer el pensamiento crítico, si alguna vez lo conociera. Se discurre por una corriente de distracción audiovisual que no va hacia ninguna parte.
A propósito de no ir hacia ninguna parte, revisemos algunos de los TikToks más celebrados del incapacitado moralmente que alguna vez recibiera la Orden del Sol del Perú.
TikTok # 1: “Ahí ta”
En menos de dos minutos, el expresidente vacado prepara un cebiche en compañía del sujeto alopécico de Mi Barrunto, uno de los pasajeros del avión parrandero que llevó a nuestra selección de fútbol al fracaso en Qatar. Vizcarra luce indicios de tinte capilar y apenas habla. Al terminar el plato, sentencia: “Ahí ta”.
Vistas de ese TikTok: 304,700.
TikTok # 2: El pijama y el extractor
Este video se inicia en un tono íntimo: “Hola, los saludo desde el baño de mi casa”. Vistiendo un buzo pijama y slaps, el incapacitado moralmente simula un lavado de dientes mientras locuta la idea fuerza de esta interacción: cuiden el recurso hídrico, que es como nombra al agua. Un pequeño pero potente extractor de aire colocado en una esquina de ese baño sugiere posibilidades olfativas preferiblemente evitables.
Vistas de este TikTok: 909,800.
TikTok # 3: El estadista y la chatarra
Coreografía donde abre la puerta de una habitación identificada como “presidencia”: un despacho presidencial imaginario. Con bandera y mapa de fondo, asume un tono serio mientras ojea un diario y luego simula trabajar y/o preocuparse por una problemática nacional urgente. Sobre el escritorio resalta un paquete abierto de Takis, infame bocadito hecho de maltodextrina, un disparador de glucosa. Es una pista de a qué se dedica realmente cuando se encierra en ese cuartito.
Vistas de este TikTok: 775, 100.
TikTok # 4: Un huevo frito
El vacado fríe un huevo como pretexto para soltar una lección de vida: el que ensucia lava.
Vistas de este TikTok: 3'800,000.
TikTok # 5: Un pan con mantequilla
El vacado come un pan de mantequilla en la cocina de su casa. No hay moraleja.
Vistas de este TikTok: 4'300,000.
No existe TikTok alguno referido a su relación con Richard Swing o al ‘Vacunagate’. Este último y artero evento arrastra el dolor de más de 200 mil peruanos muertos por falta de vacunas. Mientras centenares de miles se contagiaban, sufrían y fallecían, este sujeto se vacunaba a escondidas.
La revelación preocupante de estos videos está en los comentarios. La mayoría de ellos son celebratorios. Les causa gracia el episodio presuntamente extramarital del Bebito Fiu Fiu y le agradecen bonos y demás populismo audiovisual durante el COVID. “Con su voz siento que sigo en pandemia”, dice una. Ese trauma, lo sabe, es el punto de apoyo para la postulación presidencial que podría librarlo de la justicia. Navega con bandera de cojudo, pero tiene un plan.
TikTok confirma su eficacia y su veneno. Como su algoritmo simula que decide por la persona, esta se va acostumbrando a dejar de hacerlo. Así, sin saber decidir, es que luego se acaba en una cola de votación.
Hay excepciones, por supuesto. El más lúcido ejemplo es el de un ciudadano llamado Walter García. Él responde a este penoso espectáculo con una pregunta sensata:
-¿En qué trabaja este señor?
Una respuesta corta, no hay más espacio: trabaja en agarrarnos de estúpidos.
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