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[Opinión] Hugo Perea: Confianza y crecimiento
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La precaria situación política en la que nos encontramos actualmente mantiene debilitada la confianza de los emprendedores. Este contexto es pernicioso para el normal desenvolvimiento de las actividades productivas y la creación de empleo porque las decisiones de gasto de las familias y de inversión de las empresas dependen crucialmente de las expectativas sobre el futuro de la economía. Perspectivas de un bajo dinamismo económico implican que hacia adelante los ingresos de empresas y familias serán reducidos, lo que induce a una mayor cautela en el gasto privado y afecta la economía hoy.
Lamentablemente, la actuación de la actual administración ha sido uno de los factores que ha generado este entorno de desconfianza. Declaraciones y anuncios altisonantes que inducen dudas acerca del respeto del Estado de derecho y los contratos, preocupaciones sobre el uso discrecional del poder, la nominación de personas cuestionadas y sin mayor preparación para asumir posiciones clave dentro de la administración pública por su impacto sobre la economía, los constantes cambios de gabinete, entre otros eventos, han elevado la incertidumbre, lo que dificulta la toma de decisiones de inversión. Asimismo, la falta de claridad sobre la visión país que tiene el gobierno y las fricciones políticas siembran escepticismo sobre la posibilidad de alcanzar consensos para generar políticas públicas de calidad que eleven la productividad, dinamicen la creación de empleo de calidad y aumenten el bienestar social.
En este contexto, el indicador de confianza empresarial que publica el Banco Central se ha mantenido en zona de pesimismo en lo que va de este gobierno. Históricamente, este indicador ha anticipado los movimientos de la inversión del sector privado. Si bien la relación entre estas dos variables parece que se ha debilitado en los últimos meses, el pesimismo persistente de los empresarios que revela el indicador de confianza es consistente con previsiones para este año de estancamiento o contracción de la inversión y de un crecimiento muy bajo del PBI. Desde luego, sin inversión no hay nuevos negocios ni expansión de los existentes, no hay creación de empleo de calidad y se reducen las perspectivas de recuperación total del mercado laboral que ha sido muy golpeado durante la pandemia.
Es cierto que la confianza se pierde en minutos y que recuperarla toma tiempo. Por eso es importante que el gobierno contribuya decididamente a reducir las tensiones políticas que han erosionado las expectativas sobre el buen desempeño de la economía y empiece a dar señales claras que mejoren el clima para los negocios. El elevado ruido político ha puesto en riesgo, innecesariamente, las posibilidades de progreso de millones de ciudadanos. Ojalá que la retórica vacía y las tensiones políticas no impidan la recuperación completa de nuestra economía.
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