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[OPINIÓN] Hugo Palma: “La hora de Gastón y Gastón”
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Primero, la estirpe. Destacado profesional, fundador de Acción Popular, ministro de Transportes, tres veces senador. Respetable y respetado por servir al país. Luego, la vocación: ser cocinero peruano y para el Perú.
Hace una década se consideró que podría ser candidato a la Presidencia. La grita de la jauría fue espantosa. “Zapatero a tus zapatos; sin condiciones ni trayectoria”. ¿Qué tiene? Veamos. Cocina limpia, sin ratas ni cucarachas; personal honesto y motivado; pequeños proveedores de insumos de calidad; conocimiento de clientes y expectativas; resultados económicos para crecer; vista y olfato para corregir; amor y respeto a su profesión; y carencia de temas penales o soberbia.
Y no solo cocina. La Fundación Pachacútec permite a pobres soñar y lograr excelencia culinaria. Promueve a muchísimos modestos cocineros, alaba los productos de agricultores, pescadores y criadores ejemplares, defiende las especies en extinción y la naturaleza. Y no hace dádivas populistas ni gárgaras de “amor al pueblo”.
La cocina peruana, hoy importantísima actividad económica, beneficia a millones de compatriotas, es símbolo de identidad, orgullo nacional y apreciada mundialmente por obra de nuestros cocineros en cinco continentes. ¿Qué político o candidato a cualquier cargo puede exhibir los logros del cocinero? Ni lo intenten.
Nadie está obligado a participar en política, pero cuántos y cuánto quisiéramos que lo piense. Si hizo todo eso desde un rincón, cuánto más podría hacer enfrentando con legítima autoridad estas horrorosas circunstancias. Con ejemplo paterno de decencia y competencia políticas y su propio mérito y aprobación nacional en todos los sectores sociales, no tiene que buscar “apoyos” en basureros. Los mejores de todo el país se lo darían sin exigir ministerios, contratos ni “chambitas”. Y como el actor y comediante, hoy presidente de Ucrania, se agigantaría ante los desafíos; no como estos, encogiéndose en la tarea y creciendo en arrogancia con nuestro dinero.
Olviden el cacareo de falta de visión política. Ha probado saber cómo se puede construir el país seguro, desarrollado y unido que necesitamos, merecemos y podemos ser. Pero su derecho a decidir es inapelable. Lo que haga será respetado y su prestigio se mantendrá intacto. Pero sí podríamos pedirle que convoque a los mejores para que juntos, motivados y organizados, desmientan con su actuación que “la política siempre será sucia”.
“Que se vayan todos” es el auténtico clamor del pueblo, agobiado por el aceitado contubernio de Ejecutivo y Congreso, la rapacidad de innumerables autoridades que roban a los pobres, el justificado terror de que vengan peores y la ausencia de opciones que inspiren y movilicen.
Gastón y Gastón muestran que compartir es posible, beneficia a todos sin perjudicar a nadie, enseña lo mejor con el ejemplo, transparenta la vida pública, multiplica opciones para los necesitados, impulsa iniciativas, da viabilidad en la competencia mundial, reaviva la esperanza popular y nos hace más humanos. Asumirlo es lo más noble, urgente y también racional que los mejores peruanos pueden hacer. ¿No son “otros” los que necesitamos y buscamos? Es su hora.
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