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[OPINIÓN] Hugo Palma: Kumvre de las Hamerikaz
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A la nueva ortografía latinoamericana le molesta la inminente Cumbre de las Américas junio 6-10, Los Angeles, USA. El presidente de Cuba dijo que no asistirá, el de Nicaragua que no le interesa y el de Venezuela, bueno, dice. El problema es que nadie los invitó. ¡Horror! No tanto. En la nuestra, Lima 2018, el gobierno del Perú le dijo a Maduro que no viniera. El chófer de combi asesina que continúa destruyendo su país juró que lo verían en Lima “con rayos o truenos”. ¿De incógnito?
Momento notable de la política exterior y diplomacia peruanas. El éxito de las reuniones internacionales no depende de “que estén todos”, sino de la calidad de la agenda y los acuerdos. En el tema “Gobernabilidad democrática frente a la corrupción”, ¿qué tenía que hacer el gobierno venezolano? Por “solidaridad” tampoco vinieron Castro ni Ortega. ¿Se perdió algo? Al contrario. El Compromiso de Lima con más de 50 indicaciones para fortalecer la democracia y luchar contra la corrupción fue aprobado por aclamación. El evento mostró la irrelevancia del ALBA con su insignificante paralela “Cumbre de los Pueblos”, 16 países declararon no legítimas las grotescas “elecciones” en Venezuela y se reconoció la centralidad de la OEA por sus compromisos obligatorios sobre paz, democracia, derechos humanos y más.
Fuimos consecuentes con la Carta Democrática Interamericana, activamente promovida por el Perú y adoptada en Lima el 11 de setiembre de 2001, coincidentemente con la destrucción de las Torres Gemelas en Nueva York, feroz recordatorio de que sin democracia la vida humana no vale nada. No tenemos de qué avergonzarnos. Al contrario. Si los gobiernos ‘hermanos’ cumplieran los innumerables compromisos que libremente asumieron con la democracia y con los derechos humanos, incluyendo el no lejano de Lima, la situación regional sería muy diferente. Ni es culpa de los pueblos peruano y latinoamericano que en solo años la corrupción se haya disparado en relación directa con la voracidad de sus autoridades, desplomando de paso la ya precaria calidad democrática.
En las últimas décadas las reuniones, tratados, declaraciones y consensos latinoamericanos se han multiplicado enormemente. No hay tema en que no estemos de acuerdo. ¿Y el resultado? Prácticamente cero. Peor, el descaro de algunos gobiernos de intervenir en otros países, no para ayudarlos a cumplir lo comprometido sino expoliarlos política y económicamente, es inadmisible para cualquier país que mantenga alguna dignidad.
Hoy, con precarias democracias amenazadas, los azucarados llamados a la unidad, hermandad y solidaridad vuelven a la carga al embrujo del Foro de Sao Paulo, Grupo de Puebla y los balbuceos de López Obrador. La verdad es que quisieran que nadie atienda la invitación “del imperialismo”. América Latina está en peligro de sucumbir a ideologías totalitarias buscando el poder absoluto en el modelo del paraíso cubano, que, tras seis décadas de gloriosa revolución, mantiene “libretas de racionamiento (de alimentos)” para un pueblo que anhela irse cuanto antes. Y nosotros: ¿No más pobres o todos pobres con muchos nuevos ricos? Depende de usted y lo que haga o no, hambreado y asqueado ciudadano lector.
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