[Opinión] Hernán Díaz: Un amigo en común

¿Qué pasa con Juan Silva Villegas? ¿Por qué el presidente Castillo lo ha ratificado cuatro veces en la cartera de Transportes y Comunicaciones? ¿Por qué la moción de interpelación que han presentado los morados ha sido firmada solo por ellos y otros seis congresistas? ¿Qué pasa con los otros 121?

Será, como dice la congresista Paredes, porque en ese ministerio se maneja mucha plata o porque ese presupuesto podría ser usado como moneda de cambio con los gobiernos locales con el objetivo de hacer obras públicas. Obras públicas que podrían ser sujeto de sobrevalorizaciones. Sobrevalorizaciones que podrían ser una generosa fuente de ingresos personales.

¿Qué obtendría el ministro de esos gobernadores locales? ¿Qué obtendrían los congresistas de ese ministro? ¿O será tal vez por el control de la Sutran? Recordemos que la Superintendencia de Transporte Terrestre es la encargada de supervisar y fiscalizar 116 escuelas de manejo, 407 terminales terrestres, más de 200 centros médicos que otorgan licencias, más de 200 plantas de revisiones técnicas. Simplemente, muchas oportunidades para hacer una fortuna.

Recordemos a los tristemente famosos Dinámicos del Centro, mafia que, entre otras cosas, se dedicaba al negociado de licencias de conducir. Curiosa relación. ¿Qué pasará por la cabeza de esos 121 congresistas que no han querido interpelarlo? Todo pareciera apuntar a que se está filmando una nueva película que bien podría llamarse Los Dinámicos del Parlamento.

Silva Villegas cambió, entre gallos y medias noches, 22 gerentes y directores de la Sutran. Ofreció la caída de las jefas de la Sutran y de la ATU. Cumplió. Claramente es un hombre de palabra. Una palabra que podría estar empeñada con muchas personas, por muchos compromisos. Castillo lo puso y el Congreso lo defiende. Pareciera que tenemos dos combates en escena entre Legislativo y Ejecutivo. Uno sobre la mesa para el espectáculo mediático y otro bajo la mesa, que ellos no quieren que veamos.