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[Opinión] Gonzalo Elías: Cyberbullying
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El acoso, el maltrato y la envidia son comunes en la edad escolar (y en la sociedad). Al igual que los adultos, los niños y los adolescentes no son solo buenos.
El ser humano es capaz de crear amistades verdaderas, y también está en su naturaleza la solidaridad y la empatía. Sin embargo, en todas las épocas ha existido el bullying, en todos los niveles socioeconómicos y socioculturales. Siempre han existido los “bullies” y los “buleados” y… los espectadores que los rodean. Son estos últimos los que son mayoría, y de quienes depende revertir la situación o coludirse con ella. Casi siempre nos enfocamos más en las víctimas y en los victimarios (porque son los que más ayuda necesitan) pero olvidamos que son los espectadores los que muchas veces permiten –y hasta promueven– estas dinámicas. Einstein decía: “El mundo es un lugar peligroso, no tanto por los que hacen el mal, sino por los que no hacen nada para detenerlo”.
En el último año y medio que las escuelas y universidades han pasado a ser virtuales, el sufrimiento, la rabia y el maltrato no se han evaporado por arte de magia; han migrado al cyberbullying. Por supuesto, este ya existía previo a la pandemia, pero en los últimos tiempos se ha incrementado. Una de las causas más importantes de cyberbullying y del bullying en general es la envidia. El ser humano siente envidia frecuentemente, esto es normal, es humano y por eso hasta en los camiones leemos: “Tu envidia es mi progreso”.
El problema con la envidia no es sentirla, sino actuarla, hacer daño. Otro problema con la envidia es que suele ser inconsciente, no la aceptamos. El cyberbullying es muy dañino porque el maltrato y la difamación son públicos, se vuelven virales. Puede dejar huellas irreversibles. A propósito del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que viene en estos días, vale la pena mencionar que el bullying y el cyberbullying están entre los factores que inciden en este tema tan delicado.
Así como los espectadores –que son mayoría– pueden coludirse con este tema o “hacerse los suecos”, está en ellos también el poder hacer algo. Somos los espectadores los que tenemos la responsabilidad de proteger, de ser solidarios, de denunciar y de promover espacios de convivencia sin violencia.
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