[OPINIÓN] General PNP Óscar Arriola: “El terrorista Abimael Guzmán, el peor enemigo del Perú”. (Archivo El Comercio)
[OPINIÓN] General PNP Óscar Arriola: “El terrorista Abimael Guzmán, el peor enemigo del Perú”. (Archivo El Comercio)

Óscar Arriola

A 31 años de la captura del máximo genocida de campesinos, ancianos, mujeres, niños, la mayoría nacionales y algunos extranjeros, los peruanos en su gran mayoría no podemos comprender qué significaron los más de 70 mil muertos en más de 100 mil atentados terroristas de carácter marxista-leninista-maoísta aplicados a nuestro querido Perú bajo el ‘pensamiento Gonzalo’, gestado por el mayor criminal insano, Abimael Guzmán Reinoso, alias ‘camarada Gonzalo’. Pese a todo ello, aun haciendo las advertencias de que un candidato provenía de un organismo generado con la membresía de la organización terrorista Sendero Luminoso —informado por el ministro del Interior ante el Congreso de la República el 22 de agosto de 2017—, este saliera elegido presidente, como si el terrorismo que hizo que se nos declare un país inelegible por inseguro hubiera sido una experiencia pasajera de nuestra nación.

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Que Guzmán haya sido un niño despreciado por sus progenitores, desprotegido y desplazado en varios encargos de cuidado no le puede haber dado derecho a impregnar psicológica e ideológicamente a personas hasta convertirlas en máquinas del terror, para eliminar a cuanta persona se oponga a los propósitos del autodenominado partido comunista del Perú conocido como Sendero Luminoso, para destruir las estructuras de un Estado hasta convertirlas en cenizas marxistas, capturar el poder e instaurar una república popular de nueva democracia, una dictadura del proletariado, una revolución cultural y otras sociales hasta su meta final: el comunismo. Todo ello leído en tanta documentación incautada a los detenidos por terrorismo a quienes les respetamos sus derechos humanos como ellos jamás lo hicieron con el prójimo, y ahora se dirigen a organismos supranacionales para invocar lo que violaron en todo el sentido de la palabra y en todas las formas de desprecio por la vida.

Cuestionado por sus propias huestes, porque les mintió que enrumbaba su “revolución” en la cresta del auge de los seguidores de su corriente ideológica, política y programática en el mundo, cuando la evidencia era exactamente lo contrario: cuando ya habían caído los muros, los regímenes. Cuando en conciencia cambiaron de dirección, así como le solicitaba una mujer importante en su vida como lo fue su esposa Augusta Deyanira La Torre Carrasco, la ‘camarada Norah’, para que dirija desde el campo el camino de cercar la ciudad conforme a la tesis maoísta; y, en tiempos del primer congreso marxista-leninista-maoísta, en el que se sancionó el ‘pensamiento Gonzalo’, que se elevó de comité zonal a comité regional Huallaga del asesino ‘Artemio’ —seguro por el dinero que entregaba al ‘líder’ proveniente del tráfico ilícito de drogas en el Huallaga, conforme lo ha revelado en juicio público a nivel nacional un integrante del comité central de esta nefasta organización terrorista—, pues la camarada ‘Norah’ fue desaparecida y escondieron su cuerpo luego de enterarse de que, si la dejaban abandonada, sería sometida sí o sí a una necropsia de ley.

Luego de la gran gesta heroica que significó su captura por parte de los integrantes del GEIN Benedicto Jiménez Bacca, Miyashiro, Morán, Gil y 82 valientes, a quienes los peruanos tenemos una deuda impagable, Guzmán se dedicó a desarrollar su estrategia y lanzar políticas fundamentales hasta crear, entre otros organismos generados, el Movadef. Mientras, sus huestes desarrollaban trabajo clandestino en pleno 2020 y se encontraban exactamente como Guzmán y sus seguidores antes de 1980, planificando, estudiando, reclutando, infiltrando y soñando cómo sería el reinicio de su llamada ‘lucha armada’. Por ello, las operaciones Perseo y Olimpo, que hicieron la PNP, las FF.AA. y el Ministerio Público, que develaron los planes terroristas. Parte del engaño de Guzmán era pregonar “solución política, amnistía general y reconciliación nacional”, solo palabras. Mientras, evadió el planteamiento que se le hizo: 1) que pida perdón al pueblo peruano por haber iniciado el derramamiento de sangre, 2) que precise que el ‘pensamiento Gonzalo’ fue un error, para que nuestros jóvenes se convenzan de que es solamente sangre, 3) que devuelvan las armas y 4) que se pongan a derecho todos los que no fueron identificados, investigados o denunciados. Finalmente, se murió sin pagar la reparación civil al Estado, a sus víctimas que no saben cómo acudir a los organismos de DD.HH. Sus restos, sus cenizas, están en un lugar que es secreto de Estado, como manda la ley, esa ley que despreció como si fuera una vida más.

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