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[OPINIÓN] Gabriel Ortiz de Zevallos: Reelección y bicameralidad, pero con PASO
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Copilot atribuye a Aristóteles la frase “la política es el arte de lo posible”, no me consta. Si uno aplica esa sabia frase al Congreso peruano actual, entra en depresión severa. Lo posible en este Congreso y lo beneficioso para el país tienen pinta de conjuntos disjuntos. Sin embargo, alguna posibilidad de intersección providencial puede abrirse, si uno asume desde bien hondo con qué material trabaja. Al olmo no se le puede pedir peras.
La aprobación en primera votación de la bicameralidad y reelección inmediata por este Parlamento es una buena noticia, siempre y cuando no tengan éxito en anular las PASO (elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias), como ya alertaron.
El congresista Carlos Anderson planteó que se excluyera a los actuales congresistas de la posibilidad de reelección. Hubiera sido más elegante, sin duda, pero estaba fuera de lo posible para este Congreso. Peras en almíbar no da este sacha-olmo.
Algunos señalan que lo que fue rechazado por referéndum debería ser incorporado por la misma vía. Creo que dejan de reconocer el provecho poco democrático que hacen los políticos con popularidad de los mecanismos plebiscitarios. El derecho electoral no puede basarse solo en una teoría donde todos los electores tienen el mismo conocimiento de lo que implica una medida para poder cuidar su propio interés a través de su voto. La evidencia demuestra muchas veces que la democracia directa puede ser aprovechada con fines politiqueros o incluso autoritarios.
La reelección es buena porque propicia carreras políticas y la bicameralidad porque genera más espacio para la reflexión sobre las iniciativas del Parlamento. ¿Bastan para una mejor representación? De ninguna manera. El problema es si es posible o no conseguir los votos necesarios en este Congreso para pasar otras reformas deseables.
Empecemos por lo que no necesita reforma alguna, pero nos lo quieren quitar: las PASO. El gran problema para conseguir que la gente se ponga las zapatillas y las defienda es que muy pocos saben qué son ni por qué son buenas: reducen la cantidad de partidos y hacen que los candidatos de todos los partidos sean elegidos por voto ciudadano y no por las cúpulas partidarias. Equivalen a una especie de vuelta 0, previa a la primera y segunda vuelta, con el mismo nivel de organización. Todos los ciudadanos van a sus centros de votación y en la mesa tienen la opción de escoger, para un solo partido, cuál de los candidatos de ese partido le parece el mejor para presidente; y lo mismo para senadores y diputados. Los partidos que no logran un porcentaje mínimo de votos quedan fuera, lo que permite no tener una sábana de veintitantos partidos y unos debates inmanejables. Además, los candidatos de los partidos que pasan a primera vuelta son los que más votos sacaron en esa vuelta 0, para presidente, senadores y diputados. Por eso las cúpulas partidarias o, peor aún, los dueños de los partidos cascarón quieren volárselas del todo.
Difícil saber qué otra reforma cabe esperar de este Congreso en el campo de lo posible. Sería ideal eliminar el voto preferencial, obligar a una mayor transparencia en el uso del financiamiento público de los partidos, permitir el financiamiento privado (prohibirlo implica que solo el dinero ilegal de narcotráfico, minería, tala, pesca, transporte, etcétera, financie campañas), entre otras.
Sin embargo, quien crea que la insatisfacción del peruano común con la democracia se resuelve solo por reformas electorales, no se pone en los zapatos de ese ciudadano que no recibe del Estado servicios básicos que necesita a gritos: agua, desagüe, salud, educación. Sin reforma del Estado, no se sentirán mejor representados. Me pongo a pensar en cada familia que perdió seres queridos durante la pandemia (más absurdo aún, el dengue) y me resulta increíble que nadie discuta la reforma del sector Salud, ningún interés en absoluto.
P.D.: mi solidaridad con Daniel Alfaro y Ana Teresa Revilla, exministros acosados con distintos pretextos por el Congreso, sin fundamento.
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