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[Opinión] Gabriel Ortiz de Zevallos: OEA: ¿distractor puro u oportunidad para forjar consensos?
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Las tres vocales fuertes que componen la sigla OEA suenan a llamado de atención: ¡Oe, ah!, pero la misión no tiene capacidad de hacer sino invocaciones. Ya Mirko Lauer la ha calificado de misión imposible y Jaime Bedoya nos ha regalado una cáustica agenda para la delegación. Es posible que solo sea una distracción, mientras empieza el mundial y el aparato estatal se sigue deteriorando más. En el candelero está la intervención a Servir, alertada por Nancy Laos en Gestión hace unos días, además de la prueba reincidente del desprecio absoluto por la buena gestión pública que el último cambio en el Ministerio de Salud implica. Ayer lo resumieron, entre otros, La Encerrona y la columna semanal de Ronald Gamarra en Hildebrandt en sus trece de título inequívoco: Mafia en el MINSA. No es el único riesgo; también están los ascensos en las FF.AA. y la PNP, donde también es previsible que se busque consolidar la misma estrategia que ya viene avanzando: generar y fortalecer alianzas con todos los que puedan movilizar, no importa cuán ilegal o riesgosa sea su agenda: minería ilegal, cocaleros, reservistas, etc.
A los miembros de la misión de la OEA, pero más aún a nosotros mismos, nos convendría enumerar una serie de hechos que describen la magnitud de la crisis que vivimos, para empezar a ver cómo se puede salir de ella. Los comunicados publicados por distintas organizaciones pueden cargar cierto sesgo, en el peso que les dan a los pecados del Ejecutivo, Congreso y otras entidades. Tenemos que intentar ser lo más objetivos que podamos, por inasible que sea la objetividad pura.
El manejo informal del gobierno y la participación de familiares, amigos y personas que habían hecho favores al presidente Castillo fue señalado por primera vez por el excanciller Béjar, procastrista. Lo secundaron luego exministros como Iván Merino, Avelino Guillén e incluso Mirtha Vásquez. Ninguno de esos exministros puede ser acusado de ser parte de una coalición vacadora ni puede haber sido coactado por la Fiscalía, como el gobierno ha señalado. El presidente sabía que tenía que despachar en Palacio porque se lo dijo la Contraloría a pocos días de iniciar su gobierno, cuando planteaba volverlo museo y despachaba en el Centro de Convenciones: a Sarratea fue sabiendo que no debía. Según ha trascendido, ya hay confesión de su amigo Fermín Silva de haber entregado dinero, además de transcripciones de audios sobre cómo se organizaba el reparto de obras.
Aún con todo lo que se ha señalado, el Congreso tiene menor aprobación que el gobierno, porque la oposición se ha esforzado en no dar la talla. Ningún partido político genera interés ni confianza y el diagnóstico que el Barómetro de las Américas 2021 plantea es muy preocupante. Sin reformas políticas esenciales, que no dan resultados en plazos inmediatos, la apuesta por la política seguirá siendo atraer oportunistas y populismo, en el mejor de los casos, y corruptos descarados en el peor.
Tan o más importante que las reformas políticas sería incorporar reglas de transparencia y rendición de cuentas obligatorias para toda autoridad y funcionario. Debería pensarse seriamente cómo se obliga a todo gobierno, nacional, regional y local a ser íntegramente transparente respecto de su data de adquisiciones, resultados y satisfacción de los ciudadanos con sus servicios. Cualquier celular debería bastar para saber cuánto demoran las citas médicas, qué medicamentos hay y cuáles faltan, y cuán satisfechos estuvieron quienes se atendieron ahí con qué médico, por nombrar solo un servicio público. La tecnología está disponible, la voluntad política no. Y ese es el cambio que le devuelve poder al ciudadano.
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