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[Opinión] Gabriel Ortiz de Zevallos: Más repetida que telenovela argentina
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A fines de julio, Argentina puede entrar a su décimo default soberano (2 en el siglo XIX, 4 en la segunda mitad del siglo XX y 3 más desde 2001). La película populista en Argentina es repetitiva hasta la náusea. El guion es archiconocido: conflicto élite/pueblo, bonanza ficticia alimentada por gasto público e intervención estatal, reducción de inversión privada, controles diversos, primeras alertas, parches hasta donde se pueda, tasas de interés cada vez más altas, desempleo, crisis y ajuste (que si no es suficiente, reinicia la película otra vez). Perú pasó por esa película entre 1985 y 1990, con hiperinflación de 7,000 por ciento y ajuste brutal. La lectura del libro que Carlos Paredes y Jeffrey Sachs editaron sobre ese período de la historia peruana debería ser lectura obligatoria para completar secundaria.
Películas populistas similares se han repetido en distintos países de la región varias veces. Bolivia, por ejemplo, sufrió la hiperinflación antes que Perú. Uno de los grandes pecados de García en su primer gobierno fue no querer ver el caso boliviano e insistir con políticas cuyo desenlace podía verificar tomándose un avión. Pero Bolivia no se vacunó del virus populista.
Evo Morales gobernó entre 2006 y 2019, reeligiéndose gracias a la Asamblea Constituyente que convocó para refundar Bolivia. En ese periodo, a pesar de algunos indicadores positivos, Bolivia creció en promedio por debajo que Perú y redujo la pobreza menos: 23% versus 35% en Perú. El énfasis que Evo Morales puso en renegociar contratos contrajo la inversión privada, llegando la inversión pública hasta 56% del total. Cuando Evo dejó el poder en 2019, Bolivia tenía 84.9% de empleo informal (peor que Perú) y una deuda que equivalía al 55% de su PBI (el doble que Perú aproximadamente).
En términos institucionales, el índice Rule of Law ubica a Bolivia en posición 121 de 128 países: Venezuela es el último y Perú puesto 80. La BBC explica en los siguientes términos las maniobras reeleccionistas de Evo Morales: después de múltiples episodios de violencia, e incluso muertes, se acordó en 2008 una sola reelección presidencial. Se incluyó en el texto una consideración final específica: el mandato 2006-2010 contaba como primer periodo. La oposición aceptó el referéndum. A la mitad del segundo gobierno, el discurso cambió: el primer periodo se había dado bajo otra Constitución, y el Tribunal Constitucional, afín a Morales, avaló esta posición. En febrero de 2016, hizo una consulta popular sobre un cuarto mandato que perdió por poco, pero organizaciones sindicales y campesinas protestaron. Y, en 2017, el Tribunal Constitucional dictaminó que prohibir una nueva reelección atentaba contra sus derechos políticos. Morales ha gobernado Bolivia más tiempo que los caudillos o militares de los siglos XIX y XX. Creer en cualquier político es deporte de alto riesgo.
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