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[Opinión] Gabriel Ortiz de Zevallos: “Amárrense los cinturones”
Empezó de nuevo la turbulencia de los extremos. Sabrá Dios (si existe y sigue siendo peruano) cuándo terminará y adónde nos lleva. Menos mal se logró tener un buen directorio del BCR.
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Empezó de nuevo la turbulencia de los extremos. Sabrá Dios (si existe y sigue siendo peruano) cuándo terminará y adónde nos lleva. Menos mal se logró tener un buen directorio del BCR.
Esta semana, en la CADE, la presidenta del Congreso descartó la vacancia y los voceros del gobierno no hablaron de la asamblea constituyente. Demasiada estabilidad para esta combi serpenteando el abismo. La tercera vicepresidenta del Congreso planteó la moción de vacancia, que puede recibir apoyo como para ser debatida. El clima político ya es de guerra declarada. Amenazar pone a todos a pensar en modo mejor disparo primero.
No hay 87 votos, parece un globo de ensayo. Pero existe el proyecto de rebajar ese número, fijado en el reglamento del Congreso y no en la Constitución. No soy abogado, pero basta googlear para encontrar jurisprudencia del Tribunal Constitucional que señala que “a efectos de no incurrir en aplicaciones irrazonables de la referida disposición constitucional (…) debe estipularse una votación calificada no menor a los 2/3 del número legal de miembros del Congreso”.
El gobierno va a analizar maneras de disolver el Congreso, planteando cuestiones de confianza, como promovía Bellido cuando era premier y Cerrón desde antes aun. El Congreso ha interpretado que no se puede presentar cuestión de confianza por reformas constitucionales u otras medidas inherentes a las funciones del Parlamento, en una norma que el gobierno ha cuestionado ante el Tribunal Constitucional, pero eso no impide que las presente por políticas que sí son potestad del Ejecutivo. Si se las niegan dos veces, la Constitución permite disolver el Congreso y gobernar 4 meses por decreto hasta que el nuevo Congreso elegido se reúna (siempre que se respete la Constitución vigente y no se haga un combo con referéndum, así como en el plato aeropuerto donde todo aterriza).
Más allá de las argumentaciones para sustentarlas y votos para aprobarlas, la vacancia y la disolución son alternativas extremas. Un ejercicio democrático de esas herramientas requiere no solo tener razones y votos, sino haber agotado alternativas y gozar de legitimidad, para no caer en una polarización que puede llevar a más inestabilidad. Eso ya nos pasó, y el descrédito de los políticos hizo que la enorme mayoría tuviera que elegir entre dos venenos. En un estudio en 25 países de Ipsos de julio de este año, Colombia, Perú, Brasil y Chile eran los países con mayor índice de que el sistema no funciona, que está roto.
El presidente Castillo ha nombrado en cargos públicos a personas con graves cuestionamientos y ha persistido en mantenerlos a pesar de denuncias serias, al punto de que algunos siguen en sus cargos. Nombrar a gente proba es una obligación. Argumentar la presunción de inocencia no es válido para nombrar autoridades, porque se está arriesgando a los ciudadanos, que tienen el derecho a poder confiar en el buen funcionamiento del Estado. Su gobierno es hasta ahora tan confuso que Jorge Bruce cree que no quiere gobernar, León Trahtemberg que está desarrollando una estrategia y narrativa populista intuitiva y Rodrigo Salazar que entenderlo requiere recurrir a la semiótica para entender las diferencias entre el Perú oral y escribal. Cuando le puse Lápiz y Babel a esta columna, no tenía idea de cuán precisamente describe mi reto cada semana.
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