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[Opinión] Felipe Morris: Home Alone en Año Nuevo
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Mi artículo de esta semana es sobre una experiencia personal. El 28 en la tarde me empecé a sentir un poco cansado estando en la playa donde planeaba pasar unos días de relajo con la familia. El día siguiente desperté con dolores de cabeza y garganta, así que decidí irme a Lima a hacerme una prueba PCR. Realmente no creía tener COVID y pensaba volver al día siguiente con algunas cosas que nos habíamos olvidado. Esa noche me llegó el correo que me informaba que era positivo, así que adiós al regreso a la playa.
Me atrincheré solo en mi departamento, donde caí en cuenta de que mi refrigerador estaba vacío. Con ayuda de amigos y de Rappi pude abastecerme de algunos productos para los próximos días.
Ya tenía las tres dosis de Pfizer, así que, gracias a la vacuna, me enfermé levemente. No sé si tuve Ómicron o Delta porque solo te informan si te detectaron el virus y no su tipo. Lo cierto es que, bien vacunado, ambos generalmente te contagian suave. Al no perder el olfato y el gusto, concluyo que tuve Ómicron, pero no tengo la certeza. La enfermedad evolucionó de un dolor de garganta y de cabeza a tener fiebre, luego solo una tos seca y finalmente congestión respiratoria. Una especie de resfriado, pero más corto. Nadie llamó para cerciorarse de que estaba aislado o asegurarse que había prevenido a la gente con la que tuve contacto en días anteriores. Debería haber un mejor seguimiento, particularmente con esta cepa más contagiosa.
Días después caí en la cuenta de que en ningún momento pensé que podía enfermar gravemente, en tener que ir al hospital o incluso en morirme. Me imagino que mi confianza en la vacuna y el estar oxigenando bien me dieron confianza; y la urgencia de resolver necesidades inmediatas me distrajo. ¿O habrá sido el mecanismo de supervivencia que tenemos como seres humanos que nos protege de pensar que somos seres mortales, como mencionan distintos estudios referidos a la negación de la muerte? Lo que aprendí de esta experiencia es que las vacunas funcionan, aunque la protección no es total; que unos días de solitud son buenos para el alma, lo que no experimentaba en mucho tiempo; y que Netflix y unos buenos libros pueden convertirse en buena compañía, pero no reemplazan a tus amigos.
También descubrí la importancia de tener un oxímetro de pulso en casa, que puedo cocinar lo suficiente para sobrevivir unos días, y que Rappi se convierte en un gran aliado para facilitarte la vida en estas circunstancias. Me sorprendió enfermarme ya que me cuido bastante, al extremo de que mis amigos me tildaban de paranoico. Moraleja: hay que vacunarse y no bajar la guardia.
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