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[OPINIÓN] César Luna Victoria: “Para cuando pierdas el norte”
“Somos nosotros quienes decidimos ver lo que los espejos reflejan o si nos engañamos para creer ver solo lo que conviene”.
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Los espejos dicen la verdad. Si son planos, reflejan la realidad tal cual. Si son convexos o cóncavos, como los de feria, nos reflejan exagerados, como en caricatura, pero seguimos siendo los mismos, en esencia. Somos nosotros quienes decidimos ver lo que los espejos reflejan o si nos engañamos para creer ver solo lo que conviene. Por vanidad nos podemos ver más guapos, por soberbia nos podemos ver más regios, por ideología nos podemos ver infalibles y por estupidez podemos no ver lo que incomoda.
Veamos las inundaciones del norte. El Niño salvó la aprobación de Belaunde en 1983, de Fujimori en 1997 y de Kuczynski en 2017. Este gobierno viene desaprovechando esa misma oportunidad, quizá la última que tenga. Ha habido torpezas enormes. Va un dato que lo explica. La distancia entre los Niños anteriores era de 15 a 20 años. En ese tiempo, los que sufrían un Niño nuevo no habían sufrido el anterior o tenían un recuerdo lejano. En cambio, este Niño llega apenas con seis años de diferencia, muchos de los damnificados de ahora son los mismos de 2017 y aún no están recuperados. Ahora se anuncia otro Niño, para la primavera, dentro de tan solo seis meses. Lloverá más y el desastre será mayor. A ellos no les puedes decir que ya transferiste el dinero para el gasto de emergencia, cuando no es así; o que esperen que ya vas a contratar bombas extractoras, cuando están con el agua hasta el cuello; o que no puedes construir casas de refugio hasta que terminen las lluvias, cuando en todo el mundo se construye, aunque llueva o truene. Ese norte es parte del Perú moderno y, junto con Lima e Ica, éramos mayoría suficiente para elegir presidente prosistema, como Toledo 2001 y García 2006. También se pudo elegir a Fujimori, pero el sur, sin tanto peso electoral, empezó a liderar una tendencia contra ella y salieron elegidos Humala 2011, Kuczynski 2017 y Castillo 2021. Hace poco, el sur lideró protestas muy violentas porque sentía que el Estado los había abandonado. El norte va sintiendo lo mismo y anuncia protestas y paros para la semana que viene. En Lima nos vamos quedando solos, con poder económico, sin poder político.
Mientras tanto, en la Amazonía, ha sido asesinado Santiago Contoricón, líder de la comunidad asháninka. No era un cualquiera; fue autoridad política por más de 15 años: alcalde distrital, regidor provincial y consejero regional. Tampoco se trata de un crimen aislado. En los últimos cinco años han sido asesinados otros 20 líderes. La comunidad ashánika estuvo en la primera línea en la lucha contra Sendero y pagó un precio muy alto: 6,000 muertos, 5,000 desaparecidos, 10,000 desplazados y 40 asentamientos destruidos. Los muertos de ahora son de otra guerra, contra el narcotráfico, que soborna a las autoridades. El Estado los ha dejado solos, como si esa tampoco fuese nuestra guerra. Mientras tanto, la enfermera de Juliaca ha muerto. No fue una violación, le metieron botellas en la vagina hasta destrozarle los órganos reproductores, lo que produjo una infección interna que la terminó matando. Fue una tortura salvaje, un feminicidio brutal. Por desgracia, asesinos así seguirá habiendo, pero lo inaceptable ha sido que el médico legista hubiese diagnosticado heridas leves y 15 días de descanso, cuando la mujer ya estaba en coma y mostraba heridas mortales; o que el fiscal y el juez tardasen una vida para ordenar la detención de los criminales. Contra ese desprecio, las enfermeras de la zona hacían vigilias y los vecinos polladas profondos. El abandono no solo es político; no queda la más mínima empatía.
Ese es el Perú que hay que mirar, porque si no duele, si no da vergüenza, no lo vamos a cambiar. Hemos tenido en el BCR una joya internacional durante mucho tiempo. Esa es la semilla por sembrar para que nazca un Estado eficiente en salud, en educación, en justicia, en defensa civil, en seguridad. Se necesita un Estado que auxilie emergencias, que luche nuestras guerras, que evite asesinatos y que abrace, cuando haga falta. Es algo que nos debemos todos.
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