(Foto Cris BOURONCLE / AFP).
(Foto Cris BOURONCLE / AFP).

Francisco Villa y Emiliano Zapata son los héroes de la Revolución Mexicana. En diciembre de 1914, sus ejércitos entraron a la capital y al Palacio de Gobierno. Agustín Víctor Casasola los esperaba para tomar la fotografía más famosa de la revolución. En el salón solo había un sillón presidencial, símbolo de la dictadura de Porfirio Díaz contra la que se habían sublevado. Nadie quería sentarse en él. Cortesías aparte, no eran adictos a los oropeles del poder. Al final se sentó Villa. En la foto aparecen los dos conversando en un grupo de 30 personas. Era el momento de gloria. Pero, salvo un niño, nadie más sonríe, todos parecen preocupados. Dicen que Villa le preguntó a Zapata… ‘¿y ahora, qué?’. Días después abandonarían la capital. El tercer aliado, Venustiano Carranza, tomaría el liderazgo, los vencería militarmente, impulsaría algunas de las reformas de la revolución y promulgaría la Constitución de 1917. Luego se fundaría el PRI, el partido político que controlaría el poder por el resto del siglo.

La izquierda española ganó las elecciones en 1931. El rey Alfonso XIII dimite y se funda la República. La izquierda no puede gobernar, una facción acusa a la otra de ser burguesa. En 1933 gana la derecha, pero tampoco puede gobernar por huelgas y levantamientos. En 1936 vuelve a ganar la izquierda, pero tampoco puede gobernar, una facción extremista quiere que las reformas vayan más rápido que las leyes que las autorizan. La Iglesia católica sufre la ira popular por su pasado asociado a la dictadura. Se incendian iglesias y monasterios. Estalla la guerra. Los militares sublevados, dirigidos por Francisco Franco, van ganando territorios. A los tres años, el gobierno huye a Francia. Al final, las izquierdas ya no luchan contra Franco, sino entre ellas. Los comunistas quieren ganar la guerra, pero a los anarquistas solo les interesa la revolución. Barcelona y Madrid no caen militarmente, son derrotadas por descomposición interna. Franco controlaría el poder hasta su muerte en 1975.

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Mientras tanto, aquí en Perú, vendrá una crisis alimentaria horrible porque la guerra en Ucrania hará que escaseen fertilizantes, trigo y maíz. Todo será más caro por inflación, o por incremento de intereses debido a riesgo político. Los gobiernos regionales ahora reclaman que Las Bambas y Cobriza vuelvan a operar porque necesitan el canon minero, pero el Gobierno no puede auspiciar un acuerdo entre las empresas y las comunidades. El Congreso tampoco ayuda, desmontando avances en la educación o colocando a la educación sexual en riesgo de regresar a ser un dogma confesional, una nueva Santa Inquisición. Como Villa y Zapata, nuestro presidente Pedro Castillo tampoco sabe qué hacer. Como la izquierda española, alcanzado el poder, a la nuestra le interesan más sus lemas partidarios que gobernar. La incapacidad de gobernar fue el preludio de tiempos muy malos, destrucción de economía, guerras y dictaduras. España es nuestra madre histórica y México nuestra hermana de sangre. Para que la historia no se repita, tendríamos que corregir lo que ellas no pudieron.

A ver si nos entendemos antes de que sea de demasiado tarde. No queda mucho tiempo.

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