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[OPINIÓN] Carlos Parodi: ¿Qué es una economía social de mercado?
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La expresión “economía social de mercado”, que no es igual a una “economía de mercado”, se encuentra en las constituciones de 1979 y 1993. Además, en su reciente mensaje, el presidente del país Pedro Castillo afirmó que la respetaría.
¿Qué significa una economía social de mercado? El nombre fue acuñado en la Alemania de los años cincuenta como un sistema que combinaba Estado con mercado. ¿Cómo así? Tiene dos componentes: por un lado, el mercado, que, a través del sector privado, genera riqueza, crea empleo y paga impuestos. Aquí entra el segundo elemento, el Estado. Con los impuestos recibidos, los invierte con el objetivo de igualar oportunidades; es decir, los usa de manera eficiente en salud, educación, caminos rurales, etc. El objetivo es que el Estado cubra a aquellos que no se benefician directamente del mercado, sino indirectamente a través del uso responsable de los impuestos recaudados por el Estado. Gastar bien debe ser la meta de la gestión pública. Además, el Estado debe evitar el abuso de la posición de dominio de grupos empresariales en el mercado. Por eso el Estado es redistribuidor y regulador.
Dicho esto, ¿se cumple en el Perú? Comencemos diciendo que las reglas de juego deben ser iguales para todos. No debería ocurrir que alguien, por contactos con funcionarios, se beneficie de una licitación de una obra pública o logre una ley que lo favorezca de manera explícita. Solo así el mercado podrá funcionar. En paralelo se requiere que el Estado haga su trabajo indicado en la Constitución. Lograr altos estándares en la atención de salud, educación, infraestructura en general, implica una reforma de la manera en que el Estado brinda servicios públicos.
¿Cuál es la lección? Que el Estado y el mercado no son sustitutos, sino complementarios. Desde mi punto de vista, el gran avance en economía en el siglo XX consistió en mostrar que la mezcla de Estado con mercado es conducente a elevar el bienestar; los países que se fueron a los extremos terminaron en crisis de considerables proporciones. La pregunta no es mercado o Estado, sino cuánto de ambos.
Cualquier estrategia para funcionar debe tener como objetivo el bienestar de todos los habitantes. Para ello, se necesita de un Estado que gestione bien los recursos que recibe de los contribuyentes. De más está decir que la meta debe ser cero tolerancia a la corrupción. La parte institucional es determinante. Y esta es otra verdad que proviene la evidencia empírica. Sin instituciones inclusivas, no es posible aplicar ninguna estrategia.
En consecuencia, queda claro que, más allá del papel, estamos lejos de una economía social de mercado. De ahí en más, algunos piensan que la idea es un error y que tendría que usarse otra estrategia. Cada uno puede pensar lo que crea conveniente, pero sugiero siempre basarse en evidencia empírica. Mantener lo que funciona y reformar lo que no funciona es la llave. Fácil decirlo, difícil hacerlo, pues se requiere voluntad política, conocimiento técnico y un mínimo de consenso.
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