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[OPINIÓN] Carlos Parodi: “El rechazo al mercado, ¿por qué?”
“Lo primero que hay que entender es que en Perú existe una economía de privilegios o contactos que ha favorecido a ciertos grupos…”.
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No tengo dudas de que existe una narrativa en la que muchos creen que sostiene lo siguiente: el libre mercado falla porque solo beneficia a los más poderosos y entonces la solución es más Estado. Para complicar más las cosas, le llaman neoliberalismo, que lo presentan como el culpable de todo, pero antes debemos estar seguros de que es lo que se está aplicando (esto será motivo de otro artículo).
Aquí hay varias cosas; primero, en economía no se cree, pues no es una religión. Es una ciencia social que, como tal, tiene un método y se basa en la evidencia empírica y en datos. Segundo, hay que reconocer que la realidad es compleja. Las recetas simples no sirven, ni tampoco los iluminados que creen saber qué hacer. Perder la humildad y querer imponer un punto de vista son los símbolos más claros de la intolerancia.
Tercero, la realidad tiene distintas dimensiones que varían de país a país. El éxito (o fracaso) de las medidas que se toman en economía dependen mucho del entorno político, institucional, histórico, externo, etc. Lo que funciona en un lugar puede no funcionar en otro. No copiar, aunque sí adaptar. Un ejemplo: en el Perú, ¿existe un Estado que sea capaz de brindar servicios básicos, como educación y salud, a los más vulnerables? Si el Estado no es capaz de proveer educación básica de calidad, ¿por qué podría cumplir otras funciones?
Cuarto, ¿no es verdad que el mercado está lleno de mercantilistas (aquellos que consiguen sus objetivos gracias a sus conexiones y no sus méritos)? Eso no es el libre mercado; justamente el liberalismo en la historia surgió por oposición a los sistemas en los que solo un grupo de privilegiados (aristócratas, reyes y reinas) recibían todos los beneficios; fue contra eso que nació el liberalismo. Una economía de privilegios está muy lejos de una liberal.
Quinto, las soluciones extremas no funcionan ni aquí ni en ningún lugar. Se requiere tanto del mercado como del Estado. Los países económica y socialmente exitosos combinan a ambos. Toda la evidencia empírica apunta en ese sentido. Por lo tanto, se necesitan dos cosas: por un lado, evitar el mercantilismo para que el mercado funcione para todos en igualdad de condiciones; por otro, que el Estado tenga la capacidad de gestión para poder ofrecer servicios básicos de calidad para todos. Mientras las dos características descritas se mantengan, pueden discutir los aciertos y errores de la derecha y la izquierda, pero no lograrán nada; solo practicarán el deporte nacional de descalificar a aquella persona que piensa distinto.
Sexto, nada de lo anterior quita que podamos pensar distinto, pero el debate hay que ubicarlo en el terreno de las ideas siempre basándose en evidencia empírica; no en discursos que pueden sonar bien, pero o son inaplicables o de aplicarse conducen al fracaso. Perú tiene larga historia en que narradores de cuentos, de todos los colores políticos, han convencido a los votantes para luego desilusionarlos.
Séptimo, hay que mantener lo que funciona y mejorar o reformar lo que no funciona; ¿es tan complicado entenderlo? Si la entrega de servicios públicos de salud no funciona, ¿alguien cree que la solución es poner más dinero? ¿Por qué mejoraría? Todos sabemos que la corrupción está por todas partes; nos quejamos; está bien; pregunto: ¿alguien ha aportado alguna idea viable para extirparla? Yo no sé qué se puede hacer y lo reconozco. Solo me pregunto: ¿no es acaso un problema de personas más que de sistemas?
Entonces, lo primero que hay que entender es que en Perú existe una economía de privilegios o contactos que ha favorecido a ciertos grupos, a veces de derecha y otras de izquierda; habría que ser un fanático para no reconocer lo anterior. Una vez que eso se enfrente, podremos debatir si es que al Perú le conviene una estrategia económica u otra.
Puede sonar utópico, pero los políticos deben asumir ese reto. La frustración de la mayoría de los ciudadanos es real y hay que enfrentarla. Se culpa al mercado de los problemas. O al Estado. No importa. Los problemas estructurales del Perú como la exclusión, el populismo y la desigualdad en los puntos de partida en todos los campos son claras y tienen historia.
¿Se concluye que la izquierda es la solución? ¿O que lo es la derecha? Leamos nuestra propia historia. Nuestras instituciones no funcionan. Ese es un problema que no se soluciona en el corto plazo. Y solo si mejoramos esa infraestructura institucional podremos pensar en izquierda y derecha. Sin instituciones adecuadas e inclusivas no funciona ninguna de las dos posturas, aunque les moleste a los dogmáticos.
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