[OPINIÓN] Anthony Laub: “La Acuñización de la política”
[OPINIÓN] Anthony Laub: “La Acuñización de la política”

César Acuña es un personaje que no pasa desapercibido. Tiene frases celebérrimamente infames como: “No fue plagio, sino copia” —son sinónimos—, para tratar de vendernos que su tesis doctoral era original. Otras frases que iluminan de carcajadas cualquier cerebro algo amoblado son: “La vida es lo más preciado que uno tiene en la vida” o esa que hasta Deepak Chopra envidiaría: “Una persona es feliz cuando logra la felicidad”.

Hemos sabido que exigió a los congresistas de su partido mostrar sus votos para la elección de la Mesa Directiva del Congreso para verificar que apoyaran a su candidato, el no menos ínclito Alejandro Soto; deslucido personaje que ejerce la presidencia del Parlamento gracias a un acuerdo contra natura.

Descubierto, sale fresco, cual almeja recién extraída, a justificar su coacción a esos congresistas, señalando que “no hay nada de malo”, en semejante barbaridad.

Uno espera que cualquier político o autoridad como Acuña haya, al menos, leído la Constitución. No pedimos que se la sepan de memoria, pero que se graben algunos preceptos básicos, como aquel que reza que ningún congresista está sujeto a mandato imperativo alguno ni son responsables por las opiniones y votos que emiten en el ejercicio de sus funciones (Art. 93.° de la Constitución).

Dado el intelecto de Acuña, imagino que el término “mandato imperativo” le ofrece dificultades mayúsculas de entendimiento a su escaso conocimiento jurídico o simplemente es el reflejo letal de lo que su “centro de estudios” arroja al flácido y poco exigente mercado laboral. Recordemos que de allí salió también la plagiada (copiada) “tesis” del golpista Castillo.

Los políticos de la talla de Acuña (o Castillo o la Vero), y no me refiero a su escaso despegue del suelo, no pueden liderar partidos políticos ni utilizar su poder para sustraerse de lo evidente y de la verdad.

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