Hoy Arequipa celebra su aniversario número 483. Mientras los characatos inflamos el pecho (y aprovechamos el día no laborable) el resto de compatriotas debe estar poniendo los ojos en blanco mientras lee estas líneas, pues es sabido que nos ponemos un poquito insoportables en estas fechas (algunos dirán que somos igual de pesados todo el año).

La sana competencia entre regiones y ciudades es un importante motor que puede aliviar un mal crónico en nuestro país: la desigualdad económica. Los países con diversos centros industriales y culturales demuestran mayor resiliencia (EE.UU., China, Alemania, España), a diferencia de aquellos (Inglaterra, Argentina, Grecia, Chile). Por eso, en un territorio tan ferozmente capitalino como el Perú, creo que Arequipa tiene mucho por enseñar y celebrar.

La ciudad del sillar es una gran cuna de marcas, sobre todo aquellas que agregan valor a nuestras materias primas y las promueven en todo el mundo: Gloria, La Ibérica, KUNA, Anís Najar y FBC Melgar por mencionar algunas. Es una provincia que atrae talento de todo el sur del país, y que también retiene el local (a varios nos ha hecho retornar). Defiende tercamente sus tradiciones preservándolas en un mundo cada vez más homogéneo y globalizado.

Como ya he escrito en columnas previas, su centro histórico es una , y su gastronomía es un No por nada el queso helado se ha coronado como

En broma (?) se habla de los arequipeños como extranjeros. Lo que realmente deberíamos promover no son regiones independientes, pero sí más autónomas y autosuficientes. Así que hoy aprovecho para celebrar a Arequipa e imaginar un país más descentralizado, donde en cada departamento se pongan igual de insoportables y competitivos en su día. ¡Que viva el Perú!