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[OPINIÓN] Ana Jara: “¿Por qué no se sinceran y otorgan el título profesional con la matrícula?”
Todo se resume en una palabra: “mediocridad”, y si prospera la iniciativa, que bien cabe la posibilidad con este Congreso, solo impactaría negativamente en la productividad laboral.
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La verdad, no debería gastar pólvora en gallinazo —frase que alude a no perder el tiempo en cosas inservibles—, pero es necesario abordar el tema a la luz de las contrarreformas impulsadas y aprobadas por el actual Congreso, cuyos resultados nefastos los sufriremos a corto y mediano plazo, como por ejemplo las normas contrarias a la Reforma Universitaria, amén de otras iniciativas polémicas aprobadas a velocidad de crucero y, en muchos casos, con la opinión en contra de los sectores afectados y de los entes rectores, y dejadas pasar por el Ejecutivo sin observarlas, a fin de garantizar, en mi opinión, su permanencia en el poder hasta julio de 2026.
El caso es que ha sido ingresado al Congreso un proyecto de ley, por demás disparatado, de un parlamentario de izquierda, quien a todas luces no parece tener la menor idea de lo que es la educación superior y, so pretexto de la inserción laboral, busca modificar la muy golpeada Ley Universitaria y normas conexas, pretendiendo que los estudiantes de universidades obtengan el grado de bachiller y el título respectivo con apenas seis semestres concluidos, siendo que en muchas especialidades ni siquiera han llegado a la mitad de la carrera universitaria. Por donde se le mire es una iniciativa descabellada que bien valdría la pena echarse a ver si tiene nombre propio. ¿Quién o quiénes serían los beneficiarios finales o reales? Es conveniente descubrirlo.
Se les está vendiendo humo a los jóvenes con este tema, haciéndoles creer que una carrera a medio acabar es suficiente para su formación profesional, que luego de tres años están aptos para aspirar un trabajo que demanda del perfil de una persona que sí culminó con su educación superior, habiendo recibido en los últimos años los cursos de especialidad y horas de práctica propias de la carrera que eligió.
Qué mal parada dejan a la izquierda propuestas como estas. Es francamente de una inaceptable ignorancia supina, teniéndose en cuenta, además, que un proyecto de ley pasa por varios filtros antes de ser respaldado por el vocero de la bancada a la que pertenece su autor, con cuyo aval recién es ingresado al sistema. ¿A todos los filtros les pareció una norma viable? ¿No cayeron en cuenta que la malla curricular de universidades e institutos superiores difieren entre sí y que es injusto equipararlas, como también pretendería el proyecto?
Todo se resume en una palabra: “mediocridad”, y si prospera la iniciativa, que bien cabe la posibilidad con este Congreso, solo impactaría negativamente en la productividad laboral.
Sincérense mejor y regálenles el título con la matrícula a los estudiantes.
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