(@GEC)
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Había una vez un pueblo donde un oficial del ejército –admirador del general Juan Velasco y muy locuaz– se rebeló contra un presidente legítimamente elegido al que acusaba de corrupto. La rebelión fracasó luego de algunos muertos y su líder fue a parar a prisión. Este oficial era Hugo Chávez. Cuando salió de la cárcel, ganó las elecciones –apelando a su imagen de hombre fuerte y antisistema– y se quedó en el poder hasta su muerte, en que cedió la presidencia a su heredero político, Nicolás Maduro, quien gobierna hasta la fecha. La destrucción que ambos causaron a su país ha sido tan brutal que ya han emigrado más de 7 millones de venezolanos.

La rebelión que protagonizó Antauro Humala –otro locuaz admirador de Velasco– en Andahuaylas causó también varios muertos y lo llevó a prisión. Pero ya está libre, con partido inscrito y en campaña, convencido de que reeditará el camino de Hugo Chávez. Una encuesta confidencial de Ipsos preparada para Perú21Foro lo encuentra en el segundo lugar de intención de voto, muy cerca de Keiko Fujimori.

Sin duda, es muy prematuro publicar encuestas, cuando todavía no hay candidatos definidos, pero el resultado de este primer sondeo no debería sorprender. Es la lógica consecuencia de tener 25 partidos inscritos –y vienen más– sin ningún filtro, como la valla que ofrecían las elecciones primarias obligatorias y que fue descartada por el Congreso.

Como Hugo Chávez, Antauro Humala ha sabido cultivar la imagen de hombre fuerte y antisistema que lo presenta como el más indicado para enfrentar la delincuencia y la corrupción. O, como sus partidarios ya lo presentan, como el Bukele peruano. Por supuesto, es un espejismo. La Venezuela chavista exporta delincuentes violentos –como los del Tren de Aragua– y hoy ocupa el segundo lugar en el mundo –solo detrás de Somalia– en el ranking mundial de la corrupción que elabora Transparencia Internacional.

Mientras los principales partidos peruanos se están desgastando en procesos judiciales -como Fuerza Popular- o en el ejercicio del poder -como Renovación Popular en Lima o Alianza por el Progreso en La Libertad-, o están divididos en luchas intestinas -como Acción Popular-, el líder del recién inscrito partido ANTAURO recorre el país pueblo por pueblo captando el interés de una población que sufre el incremento de la delincuencia y la corrupción a todo nivel.

El Perú ha votado en las últimas décadas por políticos de derecha, centro e izquierda. Hoy está decepcionado de todos ellos. La estrategia de Antauro Humala consiste en no ubicarse en la izquierda –también desgastada– sino en levantar la bandera del nacionalismo. En sus palabras: “No nos regimos en función de coordenadas de derechas e izquierdas, sino en defender lo peruano antes que lo extranjero”. La encuesta de Ipsos, encargada por Perú21Foro, encontró que la estrategia le está funcionando: logra atraer simpatizantes entre ciudadanos que se ubican políticamente en la izquierda, el centro y la derecha, o que no se identifican con ninguna tendencia ideológica.

Las elecciones generales se ven lejanas, pero los plazos se van venciendo. Por ejemplo, si algún independiente quiere ser candidato, tiene que inscribirse en un partido para poder postular a más tardar en julio de este año. Y el próximo año deben definirse las candidaturas de cada partido o de los eventuales frentes que –ojalá– se formen.

Antauro Humala fue condenado inicialmente a 25 años de prisión por los delitos de rebelión, secuestro y asesinato cometidos en 2005. En 2011 la Corte Suprema redujo su pena a 19 años y, en agosto de 2022, fue liberado, tras haber cumplido 17 años en prisión, por el beneficio penitenciario de reducción de pena por días de estudio y trabajo.

Existe un amplio consenso entre los especialistas en que una persona que ha cometido delitos graves debería estar impedida de postular a cargos públicos por cierto número de años después de haber cumplido su pena. Sin embargo, el Congreso aún no se pone de acuerdo en cuáles son esos delitos graves que impedirían postular. El asunto es urgente porque demanda una reforma constitucional.

Naturalmente, Antauro Humala ha amenazado con lanzar “medio millón de reservistas” para cerrar el Congreso si este aprueba una reforma constitucional que le impida postular. No está claro si algunos congresistas no votan a favor de la reforma por temor a esa revuelta o porque calculan que a su líder le conviene enfrentar a Antauro Humala en una segunda vuelta.

Si los congresistas no logran ponerse de acuerdo sobre qué delitos deberían ser incluidos, quizá deberían aprobar una reforma más genérica que indique que cualquier persona que haya sido condenada por cualquier delito esté impedida de postular a cargos públicos por un número similar de años a los que tuvo de prisión efectiva. La reforma es indispensable: en 2026 se elegirá presidente, congresistas, gobernadores y alcaldes.

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