Plan b. (Foto: Presidencia)
Plan b. (Foto: Presidencia)

Martín Vizcarra audazmente movió la ficha del adelanto de elecciones el 28 de julio. Hace 53 días exactamente, pero en el horizonte no hay nada claro, más bien es más parecido al cielo gris de Lima, con garúa permanente, esa que ensucia y empaña. Muchos consideran que el pedido de reforma constitucional será enviado al archivo, previo desfile de abogados, constitucionalistas, economistas y la propia Comisión de Venecia prevista para el 23 de setiembre.

El jefe de Estado, quien por voluntad propia es una especie de ‘lame duck’ (pato rengo) porque lo que adelantó realmente fue una expectativa masiva de “que se vayan todos”, debe estar preparando un plan B que supere la predecible moción de confianza porque esa vía ya se la conocen los congresistas. Pueden aceptarle el pedido, pero al final vuelve la mecedora, el tiempo juega en contra del Ejecutivo y lo debilita.

La Constitución solo prevé una salida de disolución del Legislativo con dos gabinetes censurados, pero el reloj les juega en contra. En 2020 ya no podría hacerlo así caigan gabinetes, todos los meses. Alfredo Torres, presidente de Ipsos, ensayó una movida que hoy nadie espera de Vizcarra. Su renuncia. Esta decisión obligaría a Mercedes Araoz a terminar el mandato en 2021 o renunciar y que Pedro Olaechea asuma la presidencia y convoque inmediatamente a un proceso electoral. Según Torres, es un escenario en el que Vizcarra, de 56 años, podría candidatear porque se interpretaría que no se trata de una reelección inmediata, que es lo que la Carta Magna prohíbe expresamente.

El contexto de la semana está marcado con una Keiko Fujimori en la clínica, a la que llegó enmarrocada; un pronunciamiento de los jueces que han reiterado que la prisión preventiva no deben ser la única medida que asegure las investigaciones; Pérez interrogará el 24 a Montesinos; y el 25 el TC deberá decidir si revoca el encarcelamiento de la lideresa de FP. ¿Casualidades?