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Infierno tributario
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En buena hora el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y el Banco Mundial (BM) elaborarán un estudio regional para identificar las regulaciones más nocivas, que impiden apuntalar el clima de negocios de las pequeñas y medianas empresas. Para ello, se tomará como marco de referencia el reporte Doing Business, en el cual el Perú ocupa el puesto 58 de 190 países.
Sin embargo, a pesar de estar –a duras penas– en el tercio superior del ranking, tenemos un punto sumamente crítico por mejorar: el pago de impuestos. En esta categoría ubicamos el puesto 121/190; muy por detrás de Chile (72) e incluso de países como Líbano (113), Ghana (116) y Mozambique (117).
El hecho de que las empresas peruanas paguen una tasa de impuestos y contribuciones de 35.6%, por debajo del promedio latinoamericano de 46.6%, no implica necesariamente que tengamos un sistema laxo y eficiente. En efecto, según el reporte del BM, nuestro sistema es bastante malo y esto se debe principalmente a dos razones.
Por un lado, las empresas peruanas destinan en promedio 260 horas al año para preparar, presentar y pagar –o retener– impuestos y contribuciones a la seguridad social; lo cual nos ubica en el puesto 145 en esta subcategoría. Lamentablemente, declarar y pagar tributos y contribuciones en Perú demora más que en Líbano (181 h), Mozambique (200 h) y Ghana (224 h).
Por otro lado, la agilidad de la Sunat para resolver conflictos y disputas en las declaraciones de impuestos es casi inexistente, lo que explicaría por qué nos ubicamos en el puesto 183/190 en esta subcategoría. De hecho, es más fácil resolver algún procedimiento administrativo con las autoridades tributarias de Venezuela, Iraq o el Congo que con las del Perú.
Los peruanos vivimos constantemente un infierno tributario, pero no solo porque enfrentamos impuestos elevados, sino porque el simple hecho de tributar ya es un calvario.
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