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Del debate a las broncas virtuales
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Lejanos quedaron los tiempos en los que en nuestra ingenuidad tecnológica pensábamos que las redes sociales iban a ser espacios democráticos de debate argumentado, el sueño deliberativo de Habermas expresado en lenguaje binario.
Nada más lejos de la realidad virtual. Las redes sociales han potenciado la irracionalidad de los debates, llenos de prejuicios, estereotipos, adjetivos calificativos y estridencia en las palabras. Han creado burbujas de pensamiento, ya sea a la izquierda o a la derecha, en el lado conservador o en el liberal. Estas burbujas, más que abrir el pensamiento a nuevas ideas, cumplen la labor de reforzar las prenociones. Cada follow en el mundo virtual no expresa una necesidad de información, sino de validación de mi propia visión del mundo.
Los likes son la gasolina de la opinión chillona. Como en una burbuja se encuentran personas similares, la diferencia no la hace el argumento, sino la fuerza de la opinión, marcada por el uso de sustantivos, verbos y adjetivos cargados de polaridad. La red está llena de post con verbos como exterminar o liquidar. Nadie quiere debatir, sino pechar al otro. Se abusa de sustantivos como terruco, caviar o achorado. Se grita con las palabras.
Lamentablemente, este estilo de debate o, mejor dicho, de bronca, se ha trasladado al mundo real, al periodismo y al mundo de la opinión. En la prensa, cada vez prima más el mensaje dirigido al adepto, la prédica al converso. La altisonancia es la técnica para ganar rating. La visceralidad y las emociones negativas han fermentado en las redes sociales, macerando a fuego lento a un ciudadano cargado de tirrias y prejuicios contra otros. Para estos ciudadanos, la democracia sería un sistema blandengue, pues enfatiza el consenso y no la riña.
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