Los talibanes nunca sostuvieron reuniones con el Gobierno afgano, tal como acordaron hacerlo, para negociar una coexistencia política y participar en unas elecciones como partido político. En cambio, aprovecharon la reducción de tropas occidentales para tomar Kabul, la capital, antes de la retirada completa de estas. Una vez en el poder, prometieron a los afganos que serían más flexibles con respecto a los derechos de las mujeres, comparado a cómo las trataron hasta que fueron derrocados en 2001 tras los atentados del 11 de setiembre de ese año; sin embargo, en marzo cancelaron las clases para chicas de secundaria y ordenaron que esperen la decisión del Gobierno para determinar cuáles serán las reglas para su educación.