Viento. Mucho viento. Tanto los costeros originados por la diferencia de las presiones entre el centro del Anticiclón del Pacífico Sur y nuestras costas, como de los que soplan de oeste a este (alisios) en el Pacífico central.

En el primer caso, la consecuencia inmediata es un enfriamiento de las aguas que bañan nuestras playas y litoral por debajo de los valores que les corresponderían por la época. Es el tercer verano en estas condiciones debido al extenso evento de La Niña que está ya en su fase de declive.

En el segundo caso, los alisios, cuando se fortalecen demasiado –como suele ser el caso en La Niña–, el resultado directo para nosotros es el envío de pulsos de agua fría que arriban a nuestras costas con unos tres meses de retraso.

Lo que, en primavera, los modelos climáticos anticipaban –el final de La Niña en la primera parte del verano– no se está dando. Se va a dar, pero muy probablemente al final del verano.

Las lluvias, por otro lado, continúan erráticas. De hecho, ningún evento de huaicos o desastre por las lluvias ha llegado a las noticias principales.

La preocupación es que seguimos descargando muchos de nuestros reservorios y, sin aguas cálidas al final del verano, eso es más complicado de revertir.