Nos servirá para aprender. Por ejemplo, el megaevento de 1877-1878 arrasó con el Norte del Perú y nuestra economía, señala el columnista. (GEC)
Nos servirá para aprender. Por ejemplo, el megaevento de 1877-1878 arrasó con el Norte del Perú y nuestra economía, señala el columnista. (GEC)

Aunque casi todos los peruanos hemos escuchado hablar de Ricardo Palma, muy pocos saben acerca de su encomiable obra Tradiciones Peruanas. Esta compilación de historias narradas acerca de vivencias de nuestro pueblo desde el Incanato hasta la República fueron inicialmente publicadas hace 150 años aproximadamente.

Si bien es cierto muchos de los cientos de relatos que recogen las vivencias de nuestra historia son fundamentalmente transmisiones orales de hechos acontecidos; nos sirven —pese a sus imprecisiones— para hurgar en el pasado de los grandes desastres que los sismos o las lluvias (como las de El Niño) han producido en nuestra accidentada geografía.

Las Tradiciones de Palma nos permiten entender que algunas lecciones aún no se pueden asumir como tales pasados dos o tres siglos en que se repiten.

Por citar un ejemplo, en “Pepe Bandos”, Palma detalla lo siguiente: “Como sucesos notables de la época de este virrey (José de Armendáriz), apuntaremos el desplome de un cerro y una inundación en la provincia de Huaylas, catástrofe que ocasionó más de mil víctimas, un aguacero tan copioso que arruinó la población de Paita; la aparición por primera vez del vómito prieto o fiebre amarilla (1730) en la costa del Perú”. No está clara la relación de la fiebre amarilla con el aguacero de Paita; como de hecho si son claras las plagas con los fuertes niños en el norte como lo vemos este mismo año. Además del hecho de que en los tiempos de Armendáriz se tuvo el notable Niño de 1720 que destruyó Zaña. Destrucción que se fecha en mayo de aquel fatídico año. No solo 1983 nos trajo lluvias bien avanzado el otoño. También sucedió en 1730 como sabemos.

Respecto de Lima, por ejemplo, Palma cita en “Un Cerro Que Tiene Historia”: “En 1634 una creciente del Rímac destruyó la iglesia de Nuestra Señora de las Cabezas, a cuya reedificación se puso término cinco años después. En la noche del 11 de febrero de 1696 se desbordó el brazo del río que pasa por el monasterio de la Concepción, llegando el agua hasta la plaza Mayor”.

Arturo Rocha Felices, miembro de número de la Academia Peruana de Ingeniería, quien ha estudiado a fondo los grandes meganiños coloniales y republicanos, no recoge ninguno en el Siglo XVII. Si bien es cierto la salida del Rímac puede haberse causado por un evento fuerte de El Niño, también lo puede haber sido en eventos importantes de La Niña donde nuestras lluvias en la sierra central pueden ser muy intensas.

Hay un gran trabajo por delante para reconstruir la secuencia de los grandes eventos de El Niño. Nos servirá para aprender. Por ejemplo, el megaevento de 1877-1878 arrasó con el Norte del Perú y nuestra economía. Aun así, al año siguiente en 1879, Perú se embarcó en una aventura militar contra Chile en condiciones frágiles de nuestra economía por respetar el pacto de mutua defensa con Bolivia. No me sorprendería que en Chile alguien hubiera estado muy al tanto de lo que pasó Perú un año antes.