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[OPINIÓN] Abraham Levy: “Chinchaycocha: donde nos jugamos la tarifa eléctrica”
El verano pasado no fue suficiente en términos de lluvias para llenar el lago a la nueva altura.
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Chinchaycocha es el nombre original del Lago Junín. Es el segundo espejo de agua más importante del país después del Titicaca. Esto, siempre y cuando no tengamos un evento severo de El Niño Costero, ya que la laguna La Niña que suele formarse entre los desiertos de Sechura y Mórrope puede superar en área a Chinchaycocha.
Como todos los cuerpos de agua de la cordillera, este lago tiene muchos afluentes que son, pequeños y no tan pequeños, cursos de agua que van a verterle, en época de lluvias, todo su flujo. Pero – también como todos los cuerpos de agua de la cordillera— tiene un solo efluente. En este caso se trata nada menos que del río Mantaro.
En el año 1936, la Cerro de Pasco Corporation construyó simultáneamente una de las primeras centrales hidroeléctricas de Perú: Malpaso al norte de La Oroya y una estructura en Upamayo donde nace el Mantaro al noroeste del Chinchaycocha para represar el lago y agregarle volumen útil para generar energía en época seca. Elevando pocos metros un dique de concreto, el lago inundaba una superficie comparativamente igual en área al propio lago; pero de las pampas adyacentes. Eso permitió crear un embalse de más de 500 millones de metros cúbicos. Se retenían así las aguas de avenida de toda la cuenca del lago y se empezaba a regular el caudal del Mantaro.
Sobre esa nueva realidad hidráulica, se fueron construyendo tres de los seis grandes saltos que ofrece el Mantaro para generación hidroeléctrica. Primero fue la Central del Mantaro o Santiago Antúnez de Mayolo, luego Restitución y finalmente Cerro del Águila que en conjunto suponen 1,600 Mw de potencia instalada. Algo menos del 25% de la demanda nacional de energía de estos últimos tiempos en hora punta.
En tiempos recientes, además, las comunidades adyacentes al lago fueron reclamando que las inundaciones estacionales que traía el embalse de Upamayo los perjudicaba. En virtud de eso, fue regulado el nivel máximo que podía levantarse el lago y con ello las reservas de agua disponibles para el estiaje.
El verano pasado no fue suficiente en términos de lluvias para llenar el lago a la nueva altura acordada entre los operadores y la población. El resultado fueron altos precios de energía, pues no nos alcanzó la componente hidroeléctrica para satisfacer aquella parte de la demanda que suele hacerlo. Ello obligó a echar mano de nuestras centrales Diesel distorsionando los costos marginales y encareciendo la luz para todos.
Si bien estamos mejor que el año pasado en esta fecha: 19.45% de llenado al 19 de enero vs. 10.47% de 2023; según Statkraft, operador Malpaso; todavía estamos lejos y las lluvias no son muy abundantes que digamos.
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