“Tenemos que prepararnos para la guerra para garantizar la paz”, ha dicho el viceministro de Defensa, como si estuviéramos realmente ante un posible escenario de guerra con algún país vecino.
Ello debido a que el Gobierno pretende realizar una compra de 12 aviones caza por un valor de 7,500 millones de soles y con opción de adquirirse 12 más, con lo que la cifra se elevaría a nada menos que 15 mil millones de soles. Incluido, en el paquete, un nuevo avión presidencial para la señora Boluarte.
Un gasto oneroso que todos los expertos ven como innecesario e inoportuno.
De hecho, el tema de fondo es ese: ¿Hubo realmente un análisis serio antes de tomar la decisión de hacer efectiva la compra? ¿Esta es prioritaria comparada con otros gastos urgentes, como dotar a la Policía de todas las herramientas tecnológicas para enfrentar al crimen organizado? O construir nuevos penales de alta seguridad para evitar las coladeras que existen actualmente (como lo demuestran las periódicas requisas que se llevan a cabo).
Eso sin contar una eventual compra de helicópteros y aviones de carga para ayuda humanitaria en caso de desastres, ante los que el Estado, por lo habitual, suele estar pobremente preparado. ¿Un nuevo avión presidencial es una urgencia nacional? Lo dudamos.
El Ministerio de Defensa ha salido a defender su compra. Claro. La califica como una adquisición “de alto impacto”, pero lo cierto es que no ha logrado convencer a nadie de su pertinencia en momentos en que el país vive amenazas internas que superan largamente a las externas. Aun así, Astudillo insiste en que no darán marcha atrás en el proceso de adquisición.
Aun así, ni siquiera desde una perspectiva militar tiene sentido que el país haga semejante desembolso en este momento. Un exministro de Defensa como Mariano González ha deslizado incluso que habría otro tipo de intereses en juego.
“Algunas personas están abusando del propio desconocimiento de la presidenta y de su entorno. Están en otra galaxia, no entienden lo que está pasando en el país y en la región. Quizás hace muchísimos años podría haber sido una prioridad, pero hoy, quien está orientando de esa manera en la toma de decisiones, definitivamente está desfasado o quizás tenga motivaciones que no corresponden a la realidad”, ha dicho el exministro.
Definitivamente, algo huele mal, y muy mal, en esta compra. Un dispendio que el país no puede permitirse en la actual coyuntura y que un Gobierno, con la popularidad por los suelos como el de Dina Boluarte, no debe experimentar.
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