Mariana alegre: El transporte como botín. (Foto: Presidencia)
Mariana alegre: El transporte como botín. (Foto: Presidencia)

Mucho tiempo pasó para que, finalmente, el profesor Juan Silva diera un paso al costado como ministro de Transportes. Sin embargo, su salida no fue producto de una moción de censura oportuna (recordemos cómo los coleguitas del Congreso desmerecieron la que fue propuesta por la congresista Susel Paredes), sino por una renuncia apurada y trasnochada. De hecho, el presidente Castillo le agradeció “por sus servicios”. ¿A qué servicios se refiere, señor presidente? ¿A los ofrecidos a los colectiveros informales con el padrón sin filtro en el que pueden registrarse incluso delincuentes? ¿O quizá se refiere a la negociación que generó la salida de la jefa de la Sutran? De pronto, ¿son los rápidos trámites por los cuales se asignan obras en un día?

El nuevo ministro, lamentablemente, no parece representar ningún cambio ante los cuestionamientos esgrimidos. Fuera de que la experiencia en el rubro de transporte es nula, la expectativa era la de un ministro con perfil técnico y no una cuota partidaria que mantenga abiertas las puertas para continuar llevándose el botín. Ningún propósito de enmienda ni tampoco una vocación de servicio que ponga por encima al pueblo, a quien se supone que este gobierno quiere priorizar. Nada. Cero. Jalado. Acaso este nuevo ministro hará algo por la ciudadanía o solo le cubrirá las espaldas al señor presidente, quizá a este tipo de “servicios” se refería.

Cabe decir que el secreto a voces de la mafia policial denunciado por el periodista de El Comercio Juan Pablo León fue finalmente expuesto con alta voz. Milagrosamente iniciaron operativos de control a combis piratas y colectivos que durarán lo que dure el show que este escándalo ha destapado. ¿Cuándo veremos las remociones y las destituciones? ¿Cuándo se pondrá en marcha la reforma policial que limpie de corrupción a la desprestigiada Policía Nacional del Perú? Pues, queda claro que eso no pasará en este gobierno.

Mientras tanto, en el Ministerio de Vivienda se continúa con la misma política populista de titulación de siempre. Títulos de propiedad que solo certificarían pobreza pues no se garantiza ni calidad de vivienda ni dignidad en la provisión de servicios. Menos aún la opción de garantizar entornos urbanos seguros que cuenten con espacios públicos de calidad, vías vehiculares y peatonales bien diseñadas, servicio de transporte público, iluminación, áreas verdes y seguridad ciudadana. Todo aquello que hace ciudad a lo que hoy suelen ser terrales ocupados sin accesos ni transporte donde las personas solo pueden sobrevivir.

No hay buenas noticias para la ciudad ni para los ciudadanos y parece que así seguiremos por mucho tiempo más.