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[Opinión] Mónica Delta: ¿Quién va a unir al país?
“¿Cómo vamos a querer al Perú de todos si no lo conocemos? ¿Cómo vamos a entendernos si lo único que hacemos es insultarnos? El encargo electoral expresa una fractura, pero tendremos que trabajar en aquellos que sean consecuentes con el bien superior”.
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La proclamación de Pedro Castillo como el presidente del bicentenario es una realidad irrebatible. Llegamos (hace rato) al punto de no retorno, con desgaste irremediable, con partidos con visiones opuestas de país pero con la necesidad de buscar liderazgos que piensen en un todo, por más distintos horizontes que tengamos. Hay muchas cosas que deben cambiar del rol del Estado, que promuevan una mirada en conjunto y que no haya espacio para la soberbia de una victoria ni para la venganza y testarudez de una derrota.
Lo único que logra una postura de malos ganadores y pésimos perdedores es la destrucción. El resultado electoral evidencia lo que hemos soslayado por décadas. El Perú de la costa, el Perú de los Andes y el Perú del oriente se miran con desconfianza total en muchos casos. ¿Cómo vamos a querer al Perú de todos si no lo conocemos? ¿Cómo vamos a entendernos si lo único que hacemos es insultarnos? El encargo electoral expresa una fractura, pero tendremos que trabajar en aquellos que sean consecuentes con el bien superior, que es emparejar el piso para todos los peruanos y batallar contra aquellos que buscan neutralizar las libertades y la democracia en beneficio de “pensamientos únicos” en los que se basan los dictadores para acabar con los “disidentes”. Hay fantasmas con ímpetus autocráticos tanto en el fujimorismo como en Perú Libre. El trabajo ciudadano consistirá en velar porque haya mejores posibilidades para todos para reducir la desigualdad económica y dar bienestar, pero dentro del “libre albedrío”, nunca dentro de parámetros de los extremos (derechas e izquierdas) que no aceptan formas diferentes de vivir o de actuar. Los peruanos tenemos derecho a trazar nuestros objetivos como nos dé la gana, siempre y cuando nos respetemos en pensamiento y consecuencia. Seguimos buscando liderazgos e inspiración (de verdad) que conduzcan a recobrar la confianza perdida. Ya pasaron casi 200 años.
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