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Mochila de supervivencia
“Pero tengamos perspectiva: ya estoy en una situación en la que mi vida está en juego”.
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He notado lo imprescindible que es una mochila de emergencia en caso de una catástrofe. Me han llegado varias infografías muy ilustrativas sobre qué debe cargar uno consigo para sobrevivir, y he tomado nota. Mi supervivencia, sin embargo, dependería de que –además de lo que los expertos recomiendan– tenga algunos otros elementos: me llevaría La guerra y la paz para recordar que la victoria solo llega si se lucha por los motivos correctos. Tendría que llevar también un par de discos a pesar de que sé que no tendría cómo escucharlos.
Me llevaría “Planet Waves” de Dylan y “Degeneración actual” de Pedrito. Creo que son los dos únicos álbumes que he escuchado tantas veces que me basta con ver los títulos de las canciones para que la música suene afinada en mi cabeza. Y cargaría también con una cajetilla de cigarros y unos fósforos. Porque sí: fumar hace daño y ya lo voy a dejar. Pero tengamos perspectiva: ya estoy en una situación en la que mi vida está en juego. Si fallo en la misión, por lo menos moriré matando. Iría también mi chompa azul, una llena de huecos y costuras.
Viene mi reloj, que me recuerda de dónde vengo y a pesar de que nunca da la hora, me hace saber que el tiempo pasa y que la vida se acaba. Tendría, también, que echarle un par de pelotitas de naftalina a la mochila. Apesta, pero me transporta de inmediato al clóset de mi abuela lleno de secretos y de inocencias que ya no son. Adentro va mi billetera, que me encanta. Porque no tiene casi nada adentro y me hace sentir un poco libre eso. Va además un ticket de cuando me gané una olla arrocera en la tómbola de mi colegio. Uno guarda esas joyas.
Encima de todo eso tendría que ir un marco con una foto tuya. Aunque si yo sobreviví sin ti, no sé qué tanto sentido tendría esto –la vida, digo–. Pero si por ti sobrevivo antes de la catástrofe, me imagino que mirarte ayudaría después. No llevaría una de esas fotos que uno se toma para enmarcar. Llevaría una de las que te tomo cuando me hablas de cosas que no entiendo y tú ni cuenta te das. Eso. Y llevaría también un cuaderno y un lapicero. Cualquier cosa donde pueda escribir. Porque creo que si dejase de escribir, es que ya me habría muerto.
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