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“Mi esposo no me ayuda”

“La maternidad cobra un peaje alto. Y con esto no me refiero a la cantidad de energía que requiere ni a los desafíos emocionales que inspiran hoy cientos de memes en redes sociales, sino a un costo aún más concreto”.

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Hace algunos días conversaba con una amiga que trabaja a tiempo completo en una empresa privada. Sus horarios son impredecibles y gestiona una serie de temas importantes, pero sin lugar a duda disfruta su trabajo a pesar de la exigencia. Eventualmente llegamos, como suele suceder, al tema de los hijos y la casa, y ella me decía “mi esposo me ayuda un montón; si yo voy a llegar tarde él acuesta a los chicos; hace desayuno los fines de semana; a veces lava los platos, etc”. Yo le contesté “el mío no me ayuda…”. Me miró casi horrorizada porque conoce a mi esposo y le parecía injusta mi afirmación, pero antes de que pudiera reclamarme seguí “…él hace su parte. Mis hijos son tan míos como suyos, la casa es tan mía como suya; no me ayuda, hace su parte y yo hago la mía”. Ella se rio y respondió “me la copio; hace su parte”.
Aunque parezca una sutileza, el lenguaje importa, y es uno de los caminos que debemos usar para combatir la idea instalada que existe, incluso hoy, según la cual las mujeres son las principales responsables de la casa y los hijos, independientemente de si trabajan tanto o más que los hombres.
La maternidad cobra un peaje alto. Y con esto no me refiero a la cantidad de energía que requiere ni a los desafíos emocionales que inspiran hoy cientos de memes en redes sociales, sino a un costo aún más concreto. Las mujeres asumen “naturalmente” un mayor porcentaje de las tareas del hogar, en muchos casos es por esto que buscan trabajos a tiempo parcial y que conllevan menores remuneraciones. Según el IPE cerca del 50% de mujeres que trabajan en nuestro país tiene empleos de menos de 40 horas a la semana. Por otro lado, 40% de mujeres en Perú deja de trabajar luego de tener a su primer hijo, y de acuerdo con el CIES, las que logran reincorporarse al mercado laboral ganan aproximadamente 16% menos que las que no son mamás. Este es uno de los factores que profundiza la brecha salarial entre hombres y mujeres que hoy es de casi 25% en nuestro país.
Si queremos contribuir a cerrar brechas tenemos que empezar por combatir ideas profundamente instaladas en nuestra sociedad respecto del rol de mujeres y hombres en el hogar. Hablar de equidad e igualdad de oportunidades no implica sólo insistir en que las mujeres tienen la misma capacidad que los hombres de asumir diversos roles, cargos y desafíos en el ámbito profesional; sino también promover que las tareas domésticas y el cuidado de los hijos sean compartidos de forma equitativa entre hombres y mujeres.
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