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Mercedes Aráoz: ¿Un mundo monetario multipolar?
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La reciente depreciación del Renminbi, moneda oficial de China, no es un reflejo de la disminución de su ritmo de crecimiento económico o de la búsqueda de mayor competitividad para sus exportaciones. Pareciera que la economía asiática no solo quiere tener mayor presencia en los mercados de comercio de bienes o en el flujo de inversiones, sino que su moneda sea usada globalmente como patrón del intercambio y de reserva, como el dólar o el euro.
La Banca Central China declara que el ajuste cambiario responde a condiciones de mercado, una moneda que aún no tiene convertibilidad plena y que solo era usada dentro del territorio, ahora comienza a transarse afuera –offshore–, donde no estaría sujeta a controles, para darle mayor transabilidad en espacios donde China tiene mayor presencia en inversionistas o transacciones comerciales claves para el país. Pareciera que la reforma y liberación gradual del mercado de capitales va en serio y existe un claro objetivo de convertir al Renminbi en moneda global.
Esto nos trae muchas preguntas para el futuro cercano. Luego de que abandonamos el patrón oro en la posguerra, el dólar se volvió en el patrón para las transacciones comerciales y de capital en el mundo. Los bonos del tesoro estadounidense han sido el último referente de estabilidad financiera, y EE.UU. tenía señorazgo frente a las demás monedas a través de su propia inflación. El dólar es nuestra unidad de cuenta y la forma más líquida de acumulación de reservas. El euro tuvo también un rol importante en los flujos de comercio y de inversiones entre los países fuera del ámbito comunitario, sobre todo en los países donde su influencia era mayor y fue una moneda confiable y estable, que servía en menor medida para la acumulación. Empero, en los últimos años, su confiabilidad cayó por la crisis generada por los manejos macroeconómicos de algunas economías que lo conforman.
China es la segunda economía mundial, en comercio internacional tiene un peso muy importante en exportaciones e importaciones, y no solo es un gran receptor de inversión extranjera sino también es exportador de capitales. No es de extrañar que pretenda tener una moneda que facilite estos intercambios. Aún podemos esperar que las reformas sean paulatinas, esto implica sistemas más transparentes e inclusive en el sistema de precios internos, que refleje condiciones de mercado. La "multipolaridad' de monedas no debería sorprendernos, tomemos en cuenta sus implicancias.
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