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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

¿Cuánto de lo que recordamos sucedió realmente? ¿Cuánto de lo que sí sucedió, sucedió realmente como lo recordamos? ¿Cuánto de lo que percibimos es real y cuánto parte del mecanismo por el cual nuestro cerebro produce alucinaciones para darle sentido al mundo que lo rodea? Si nuestra capacidad de percibir la realidad no es de fiar, ¿cómo podrían serlo los recuerdos que se forman con esas capacidades?

No es un asunto menor porque nos es cotidiano. Por ejemplo, el congresista Galarreta ha afirmado, más o menos, que, como asesor en la sombra al principio del gobierno, Carlos Moreno era más poderoso que Montesinos. Incluso, insistió en que el Tío Vladi recién apareció en el mapa del poder del fujimorato a mediados de este cuando, en realidad, es altamente probable que sin su ayuda Fujimori jamás hubiera sido presidente. ¿Es posible que realmente lo creyera cuando lo estaba diciendo y que, después de comprobar que estaba equivocado, insistiera para tratar de ocultar la falibilidad que nos es intrínseca a todos los seres humanos?

Tenemos dificultades para percibir la realidad tal y cual es porque todo está coloreado de nuestras propias experiencias y expectativas y de los sentimientos y sensaciones de aversión o adherencia que estas nos provocan. Por eso son tan importantes los documentos para reconstruir el pasado –y a veces el presente–, porque los recuerdos no son suficientes y son más subjetivos que la percepción, cuando no son del todo falsos. Por eso es que el documento más antiguo que conocemos tiene 5,200 años. Gracias a la paleografía hoy podemos saber cuánto costaba un burro en el antiguo Egipto y quién se lo compró a quién. Desde entonces, no hay escapatoria del registro.