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Las coronas y los virus (II)
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En el siglo 18, el conde alemán y médico de profesión Johann Friedrich Struensee fue llamado a la corte para tratar la locura del rey Christian de Dinamarca. Al ganar la confianza del monarca, este lo nombró regente del reino y junto a la reina Carolina Clotilde, con quien tuvo amoríos, implementó reformas sociales, judiciales y políticas de avanzada.
Los decretos más importantes de Struensee fueron la reforma de las instituciones médicas del estado, la creación de hospitales para adultos y separadamente, para niños y la obligación de que las iglesias hospedaran a personas con enfermedades de transmisión sexual. Con reformas sociales, redujo los niveles de pobreza y problemas de higiene pública, con lo cual decrecieron epidemias y la mortalidad infantil. El conde terminó ejecutado y sus reformas fueron anuladas. (Para saber más de esta historia recomiendo el filme “A Royal Affaire” y la novela del Nobel Dario Fo: “Hay un rey loco en Dinamarca”).
En el siglo 18, tras el gran terremoto de Lisboa, el primer ministro del Rey José I de Portugal, el Marqués de Pombal, ordenó enterrar inmediatamente los cadáveres para evitar epidemias; reconstruyó la ciudad con un gran sistema de alcantarillado y uno de sus funcionarios, Manuel Pina Manique, fue ascendido por la Reina María como intendente general de la policía. Entre 1780 y 1805, Pina creó La Casa Pía, una institución de bienestar para la gente más pobre, que fomentó la salud pública y el control de la sífilis a través de chequeos a las prostitutas.
A Pina Manique se le atribuye el concepto de Gestión de Salud Pública. Así se evitaron pandemias. Con la tecnología actual y los medios de comunicación, ¿es tan difícil enfrentarlas en el siglo 21?
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