Foto: Eduardo Cavero/GEC
Foto: Eduardo Cavero/GEC

Mayo es (siempre que no haya un Niño en desarrollo de por medio) el mes de transición al invierno. Es el mes en el que empiezan a aparecer temperaturas mínimas en el rango de 16 °C en el litoral y de 14 °C en las zonas altas. Inclusive menos si las noches llegan a ser completamente despejadas.

Para un ciudadano de la costa, es el mes en el que empieza a verse el encapotamiento del cielo en las mañanas. Esto se produce por el fortalecimiento de los vientos costeros que advectan o transportan aire frío y húmedo proveniente del Pacífico Suroriental (frente a Chile) que se encuentran con nuestra costa y pie de cordillera donde un proceso, que generalmente tiene lugar este mes durante las noches y madrugadas se materializa en la forma de nubosidad baja y que por efecto de otro factor atmosférico —llamado inversión térmica— produce que el desarrollo de la nubosidad se extienda horizontalmente sobre la planicie costera sin poder empinarse verticalmente. Por esa razón cuando uno despega o aterriza en la costa pasa del tiempo opaco y gris a uno despejado o viceversa; a muy poca altura sobre el nivel del mar. Por eso, además, los ciudadanos de Lima que viven en las partes bajas experimentan un clima húmedo y gris, mientras que los de las partes más altas que apenas están al pie de la sierra como Chaclacayo, Lurigancho o Chosica viven bajo cielos despejados y aire algo más seco, casi todo el tramo entre mayo y noviembre.

Tras 14 meses en que las temperaturas de Lima y la costa en general se han mantenido por encima de sus valores normales. A partir de mayo le va a costar mucho menos a la atmósfera convencer a los ciudadanos de Lima y la costa que un invierno normal está en camino.

El proceso de normalización tras un evento El Niño Costero es variable. Ha habido años en que ello ha sucedido en agosto como fue el caso de 2017, o julio como lo fue en 1998 o mayo como sucedió en 2016. Si tenemos que escoger qué escenario es más parecido, me inclino por 2016.

No obstante, y como advertimos en esta columna hace apenas una semana, la Tierra sigue especialmente caliente. Aun así, este columnista piensa que los limeños estarán utilizando prendas de abrigo, casi sin excepción, hacia finales del mes de mayo. Ello además de decrecientes horas de sol y una que otra garúa hacia el final del mes. “Fina garúa de junio le besa las dos mejillas y cuatro cascos cantando van camino de Amancaes” escribió Chabuca Granda. Pero no hay que esperar a junio para las primeras y finas garúas. Más adelante y ya con el invierno encima las lomas altas de Lima se vestirán de amarillo con la Flor de Amancaes cuando la nubosidad baja y su acompasada humedad saturen los suelos de las altas quebradas limeñas.

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