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Juan José Garrido: Dos para el mandatario
“El cambio de gabinete reciente (...) bien podría servir para reorganizarse y reemprender el gobierno que el presidente Kuczynski tiene en mente”.
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Desde que empezara el gobierno del presidente Kuczynski, en julio del año pasado, se han intentado algunas formas de gobierno.
Al inicio, el presidente dirigía la orquesta, con Fernando Zavala como premier haciendo de gestor y el vicepresidente Martín Vizcarra a cargo de la infraestructura y las relaciones con los gobiernos regionales. La crisis producida por el caso Chinchero modificó la organización, a tal punto que se perdió el paso y el enfoque. La huelga magisterial terminó por hundir cualquier capacidad de reorganización, sintiéndose por momentos desorden y confusión. Supongo que el estrés de esos meses, graficado en la caída sostenida de la aprobación presidencial, los llevó a la discutida cuestión de confianza, con los resultados que ya conocemos.
El cambio de gabinete reciente, con Mercedes Aráoz a la cabeza, bien podría servir para reorganizarse y reemprender el gobierno que el presidente Kuczynski tiene en mente.
Para empezar, es imprescindible que el mandatario se enfoque en, máximo, un par de aspectos generales. El primero, aquel donde sobresale: que brinde el marco macro de su gobierno; como una suerte de gurú, el mandatario debería aprovechar todo su conocimiento y desplegarlo en ideas, proyectos, visiones de cómo será el Perú de 2021. Pocos conocen al país como Pedro P. Kuczynski, y muy pocos sus necesidades desde el punto de vista económico y social: cómo integrar a las regiones, dónde instalar la infraestructura necesaria, en qué sectores sociales apostar los recursos públicos, cómo formalizar y ampliar la base tributaria. En eso y mucho más el presidente Kuczynski ha venido, por años, aportando al país. Es hora de que lo ponga en práctica.
Lo segundo es, aunque suene soso, más importante aún en el largo plazo: unir a los peruanos. Si algo se observa, a leguas, como la gran barrera al desarrollo nacional, es la fractura político-ideológica que vivimos. Es imprescindible que alguien se ponga al frente de dicha tarea, y quién mejor que el presidente para hacerlo.
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