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La disonancia de Merino
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A un mes de los asesinatos de Inti Sotelo y Bryan Pintado no hay responsables identificados ni sanciones a la vista. Esto hace más amargamente llamativo que el golpista derrocado, Manuel Merino, se muestre locuaz en redes sociales exigiendo que se identifique a los “verdaderos responsables de los lamentables hechos”. ¿Se pregunta quién financió las marchas?, ¿quién azuzó?, ¿quién disparó? Acompaña sus tuits con videos muy mal editados mostrando a los del Partido Morado, como si ellos hubiesen tenido esa capacidad de movilización y organización que sacó al Perú entero a la calle para botar a los usurpadores que ingresaron a Palacio por la puerta trasera. Un poco de sentido común, ¿no?
No olvidemos que días después de su renuncia, Merino afirmó que la prueba de que los jóvenes que se opusieron a su mandato fueron manipulados es que en las marchas “no ha habido acompañamiento de personas adultas mayores...”. Es decir, que faltaron chaperones. En otra muestra de disonancia, ayer Merino volvió a la carga en Exitosa, donde, aparte de referirse a él en tercera persona infinidad de veces, afirmó que este Congreso corto ha sido el que mejor ha sintonizado con el país. ¿Es posible estar tan desconectado de la realidad?
Vuelvo al señor Merino porque en el Perú tenemos tendencia a la memoria corta y es fácil olvidar rápidamente que él, Gato Fiero y su pandilla intentaron capturar el poder de manera ilegítima. Crearon una crisis que nunca debió existir. Nos empujaron al desfiladero, generando la trágica muerte de dos jóvenes. Pero hay más consecuencias que hoy tocan la puerta: las agencias calificadoras de riesgo, como Fitch, comienzan a considerar que la economía peruana ya no es estable sino negativa por “baja cohesión política” y, entre tanta inestabilidad, no sabemos bien si accederemos pronto a las vacunas que ya se están ofertando en el mercado. Mejor que se quede en silencio.
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