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La desesperanza frente a la clase política
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Más allá de la feria de partidos políticos que se ofertan al mejor postor y que esta semana nos ha permitido, además, ver que en los políticos prima el interés personal, la realidad nos confirma que estamos viviendo una profunda crisis política, porque lo poco que se había avanzado en materia de reformas políticas ha sido tirado por la borda, por este Congreso de impresentables, porque justamente ese es el objetivo que tienen los congresistas: mercantilizar los procesos electorales y a ellos no les importan los medios para lograrlo. Por eso han instrumentalizado el Congreso para sus fines nada santos.
Tenemos 30 partidos inscritos para las próximas elecciones y 19 en proceso de inscripción, aunque claramente el plazo para afiliar a los posibles candidatos para la plancha presidencial y los futuros diputados y senadores se venció el pasado 12 de julio, por lo que se le ha visto a todo aquel que aspira a una curul estar a la carrera para inscribirse en diversos partidos, sin importar la línea política, la ideología o siquiera la visión programática que tenga el partido; lo que importa es tener la inscripción. Esto es un terrible precedente y hasta premonitorio de un nuevo fracaso político de nuestra endeble democracia.
Por eso es que tenemos una crisis de representación y una descalificación a las autoridades electas, que no tienen ninguna fortaleza en el respaldo de sus respectivas gestiones. A lo más los buscan por algún interés específico, como demandas de presupuestos o tal vez algún beneficio directo del cargo que ostentan los políticos en el poder. Justamente son estas autoridades electas las que nos han llevado a este escenario de decepción con la clase política y el evidente rechazo que se refleja en las encuestas, al extremo de que probablemente la mayoría de los peruanos no le interesa quiénes serán los próximos aspirantes que conducirán al país.
En la ciudadanía se percibe una especie de conformismo con esta clase política que tenemos, una aceptación explícita a seguir manteniendo este ambiente de crisis política y que linda con la desesperanza, lo cual es grave para el futuro del país. Es como si les hubieran quitado el alma o el espíritu a los electores y solo se tienen que alinear a estos designios de una espiral sin salida en la que se ha convertido la política en el Perú. El escenario futuro no pinta bien, lamentablemente.
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