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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

La reflexión más repetida por distintos analistas –en distintos medios– es que el Perú no se puede dar el lujo, una vez más, de experimentar. Sobre todo esto parte de un hecho innegable: necesitamos sacar adelante una serie de reformas cruciales para el desarrollo futuro de todos los peruanos. Dichas reformas requieren un liderazgo fuerte, de grandes debates y consensos, de conocimiento experto sobre cómo llevarlas a la práctica, y así.

¿Qué se entiende por "no experimentar"? Hablamos, por supuesto, del liderazgo, pero también del núcleo duro de asesores, y del círculo de tecnócratas y políticos alrededor del Ejecutivo, su capacidad de articular con los otros poderes –Legislativo, sobre todo–, dentro de un complejo conjunto de variables.

Llevar adelante una reforma tributaria, por ejemplo, requiere una firme decisión de romper con acuerdos históricos con grupos de poder (empresarios, sindicatos, políticos, académicos, medios), explicar y socializar en qué consiste la reforma, cuál es el objetivo, el impacto económico y social, y –por supuesto– maniobrar las turbulentas aguas que se formarán inevitablemente. La tan necesaria reforma laboral, por ejemplo, implicará un enorme esfuerzo que deberá partir por tender puentes a los distintos grupos políticos. No es menor el reto que tenemos por delante. Se necesita experiencia, talento, retórica, maña, transparencia, honestidad intelectual.

¿Significa que debemos escoger entre el "grupo de los primeros"? No necesariamente; dentro de los candidatos pequeños existen personas con capacidad y talento. "No experimentar" a estas alturas está más ligado a qué consenso puede llevar a cabo la clase política para trabajar un paquete de reformas en el próximo gobierno que nos permita acelerar nuestro proceso de convergencia con los países desarrollados. Ello implica, casi por necesidad, partir por asumir que cualquier ataque sucio o campaña de demolición que hoy empiece una candidatura contra otra minimiza la capacidad futura de generar acuerdos.

Ojalá la clase política entienda que el Perú no puede seguir entrampado en disputas del pasado. Jugarle limpio al proceso electoral es, en este sentido, jugarle limpio al país. ¿Estarán a la altura esta vez?