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Indefendible en Defensa
Sin duda, el mal ejemplo de su jefe Pedro Castillo, al designar como autoridades a sujetos impresentables, ya está replicándose en los escalafones ministeriales.
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El ministro de Defensa, José Gavidia, ha decidido poner las manos al fuego por su recién nombrado viceministro, Leonel Cabrera. Como ha detallado ayer Perú21, Cabrera tiene un proceso abierto por graves delitos, como violación sexual, secuestro y homicidio calificado. Toda una joyita.
Gavidia ha sido rotundo en el respaldo a su compañero de armas: “El general Cabrera aparte de haber comandado y dirigido las operaciones en el Vraem, hace muchos años fue jefe del comando conjunto y fue él quien dirigió la operación Chavín de Huántar. Eso no se dice. El general Cabrera tiene mi confianza, ha sido inspector en los últimos dos meses. Cuando está por un lado es héroe, pero si aparece hacia el otro es un villano”.
Es decir, el ministro se tapa la mitad de la cara para designar a su viceministro. No le interesa la otra mitad, en la que figuran acusaciones muy graves de violaciones a los derechos humanos, por ejemplo. Como fue un comando en el exitoso rescate de la Embajada de Japón, cualquier falta, anterior o posterior al episodio, le debe ser entonces perdonada instantáneamente: abusos, presuntos actos de violencia y hasta posibles asesinatos. Vaya con el raciocinio del ministro Gavidia.
Sin duda, el mal ejemplo de su jefe Pedro Castillo, al designar como autoridades a sujetos impresentables, ya está replicándose en los escalafones ministeriales. Si toda clase de incompetentes, prontuariados, golpeadores de mujeres y procesados por distintos delitos han logrado hacerse de importantes cargos en el Estado, pues –habrá pensado el general Gavidia– nadie tendría por qué protestar si llevaba al puesto de viceministro a un personaje como Cabrera. Entre tanto joyón encaramado en las altas esferas del Gobierno, ¿quién iba a notarlo?
Y en efecto, algo de lógica perversa tiene tan controvertido nombramiento. Al ritmo de degradación en que se está precipitando la administración pública, no sería nada raro que los ministerios terminen llenándose de maleantes, exconvictos o recomendados políticos. Así, sus oficinas se convertirían en una tierra de nadie, propicia para la coima y el fraude, por encima de cualquier otra actividad.
Si ese es el perfil de funcionario público que se promueve desde Palacio, queda sobrando la pregunta de por qué el país anda tan mal.
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