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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

En abril tendremos las elecciones presidenciales y casi el mapa político estaría configurado en partidos de centro derecha con corte populista. La probabilidad de que tengamos un partido de izquierda radical en el gobierno es casi nula. Básicamente seguiremos con las mismas políticas de 1990, con apertura de mercados y regulación de los mismos a través de los organismos reguladores.

No habría un giro de 180 grados en la parte macroeconómica, no hay lugar para controles de precios o de tasas de interés, subsidios y volatilidades de las variables financieras. En principio, el siguiente gobierno de turno debería mantener la sostenibilidad fiscal. Los tres primeros partidos en las encuestas tratan de velar por lo mencionado anteriormente sin dar un giro radical en las líneas de acción sostenidas desde hace 25 años.

Hay una serie de retos que se deben enfrentar, ya no estamos en piloto automático, el PBI sigue desacelerándose y el tipo de cambio mantiene una tendencia alcista que contamina los precios, activando el riesgo cambiario crediticio. Asimismo, las políticas sociales llevadas a cabo por este gobierno pueden seguir perforando las cuentas fiscales en el largo plazo.

Preocupa que ningún plan de gobierno contempla acciones correctivas para tratar de enfrentar esta coyuntura de incertidumbre y volatilidad. En algún caso un partido plantea crecer 7%, pero ello es imposible dado el deterioro de los términos de intercambio. Sería bueno escuchar algún plan concreto para desdolarizar la economía, controlar la inflación, evitar la desaceleración y luego plantear reformas en el mercado de capitales y AFP sin desincentivar la inversión extranjera. No queda mucho tiempo y el debate presidencial debería contener algunas de estas preguntas que permitan avizorar ¿cuál es el candidato que en realidad tiene claro el rumbo de las variables macroeconómicas?