(Foto: Andina)
(Foto: Andina)

El gabinete Adrianzén se presentará mañana ante el Pleno del Congreso para pedir el voto de confianza o investidura. De acuerdo con lo señalado por los últimos parlamentarios que se reunieron con él, como parte de las rondas previas de diálogo, el premier ofreció hacer cambios en ciertas carteras.

No sabemos si pensando solo en el corto plazo, para atravesar la ola generada por los relojes presidenciales, y contentar a sus aliados en la Plaza Bolívar, o porque la realidad lo exigía, lo cierto es que ocurrió, algunas salidas se caían de maduras.

El relevo del titular del Interior, Víctor Torres, por ejemplo, era un clamor ciudadano que las distintas bancadas no tuvieron más remedio que hacer suyo y así se lo comunicaron a Adrianzén. Su permanencia en el gabinete era indefendible.

Y de hecho es lo que ocurrió ayer. Torres fue el primero en renunciar. Sería, eso sí, lamentable, que la decisión de Palacio obedeciera a un tema ajeno al de su pésimo desempeño: el no haberse enterado del allanamiento para prevenir a la presidenta Boluarte o, peor aún, por no haber sacado al jefe de la Diviac. Su designación, esperemos que sepan reconocerlo, fue un grueso error y mantenerlo en el cargo contra viento y marea durante tanto tiempo, empeoró las cosas.

Las actividades delictivas han seguido expandiéndose en los últimos meses sin que las fuerzas de seguridad atinaran a plantear una estrategia de inteligencia que diera resultados tangibles. A lo mucho, capturas aisladas, ofrecimientos de avances nunca concretados y, en general, muy poco que mostrar a la población para que recupere la confianza en las autoridades respecto a la seguridad en las calles.

El crimen organizado, por otro lado, ya no está solo en el narcotráfico y el negocio de las extorsiones, ahora domina también el destructivo rubro de la minería ilegal, como se ha informado en Perú21. Y como el Mininter ha seguido debatiéndose entre la impotencia y el extravío, el fracaso de su gestión desgastaba de paso al Gobierno.

Este relevo, sin embargo, no debería convertirse en impedimento –o ‘cortina de humo’, si nos ponemos suspicaces– para que la jefa de Estado aclare de una vez por todas el origen de los Rolex y los movimientos en sus cuentas bancarias, que no poco daño le vienen haciendo al país en cuanto a imagen y clima para las inversiones.


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