La inseguridad y desconfianza en la justicia son problemas de verdad y recibimos soluciones de mentira.Los dos errores típicos para enfrentar la delincuencia son el populismo penal y las medidas efectistas que terminan fracasando, pero, en este acto de irresponsabilidad política, minan la credibilidad de la .

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El populismo penal no funciona, embalsa problemas y quiebra el sistema penitenciario, responde con aumento de penas y menos beneficios. El ciudadano promedio no sabe cuál es la pena por un delito. El preso promedio, antes de ver las rejas, no cree que será atrapado. La pena no disuade; lo que sí disuade es la certeza de que te van a sancionar. La gran tragedia del Perú es que nadie cree que lo van a atrapar y segundo que, si lo atrapan, nadie cree que “no lo pueda solucionar”. Esta sensación de impunidad es real. Las personas queremos menos papel y más justicia. La carga procesal hace que la justicia siempre llegue tarde (cuando llega) y a eso sumemos la corrupción en gran parte del sistema, a pesar del esfuerzo de buenos policías, fiscales, jueces. Es el sistema de justicia el que tiene que funcionar de manera integral.

Por eso no denunciamos, se pierde tiempo y plata, y en una de esas terminas denunciado; por eso hay linchamientos. Esa es la raíz del problema. No importa cuánto incrementes las penas. Si no hay credibilidad en el sistema de justicia, no se avanza. Por otro lado, la cárcel debe cumplir la finalidad de mejorar al privado de libertad para que regrese a la sociedad. No hay plazo que no se cumpla; la mayoría de los 94,000 presos saldrá en libertad.

En ese sentido, el progreso en la conducta, que sirve para medir ese objetivo, se premia en todos los sistemas penitenciarios serios; las trabas que se ponen en el país, con total desconocimiento, no sirven y dificultan el trabajo de resocialización, lo que complica el ambiente dentro de los penales. Nos regalan un titular, declaratorias de emergencia, fotos de cuerpos de élite inexistentes, militares en las calles, un personaje con cara de malo gritando se acabó, llegó el orden, ellos son los violentos.

Basta de cuentos. No hay respuesta fácil para problemas difíciles. Siendo el delito multicausal, hay que atacarlo previo diseño y con planes serios desde las causas. Eso es prevención. En paralelo, debemos enfrentar con realismo el crimen, con la ley, con seguridad jurídica. Sin medias tintas. Se ha hecho la tarea en los esfuerzos de reforma del sistema de justicia. Las recetas están. Lo que falta es voluntad política y el valor de decir la verdad.


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