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[Opinión] Mónica Delta: ¡Socorro!
Los integrantes del partido de izquierda que lo llevaron a las elecciones municipales quieren tomar distancia, pero, en realidad, buscan lavarse las manos y no hacerse cargo del escándalo.
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Cuando pensamos que la clase política no puede caer más bajo, aparece una denuncia policial contra el candidato de Juntos por el Perú a la Municipalidad de Lima, Gonzalo Alegría, basada en el testimonio de su propio hijo, por violencia psicológica y sexual.
Los integrantes del partido de izquierda que lo llevaron a las elecciones municipales quieren tomar distancia, pero, en realidad, buscan lavarse las manos y no hacerse cargo del escándalo. Las reacciones arrebatadas, faltosas, violentas contra los periodistas que han confrontado al candidato lo pintan de cuerpo entero. Debería renunciar, pero no lo hará, y la ley electoral ya no lo puede obligar.
Por otro lado, el presidente peruano “encorbatado” se presenta ante Naciones Unidas, a diferencia de aquel con sombrero que lo hizo el año pasado, apenas instalado en Palacio, y anuncia que piensa cambiar el currículo escolar en el Perú, y al escucharlo, inmediatamente nos invade el temor de que sea un enorme retroceso en la aún precaria enseñanza pública nacional. La vieja escuela del paporreteo, la ideologización, los profesores no evaluados, los escolares que no son preparados para las competencias necesarias en el mundo de hoy. Paso seguido, Pedro Castillo da lectura a un discurso que muy probablemente no ha escrito y que no capta en profundidad, pero que, además, no se ajusta a la verdad necesariamente. En el caso del acuerdo de Escazú, se refiere a la firma, pero este no ha sido ratificado por el Congreso de la República, por lo que no tiene validez.
En el asunto de Malvinas, el país ha respaldado históricamente a Argentina, nada nuevo. Y la cereza de la torta, frente a empresarios que podrían invertir en nuestro país, además de la consabida victimización, les cuenta el cuento del niño y el tamborcito.
A su retorno, después de su respiro neoyorquino, el presidente peruano deberá nombrar a un nuevo ministro de Transportes que reemplace al investigado Geiner Alvarado; quizá deba también nombrar a un nuevo ministro del Interior. Sería el octavo si es que censuran al actual. Por otro lado, su esposa deberá esperar en audiencia judicial para saber si le dan impedimento de salida y no podría acompañarlo al siguiente viaje oficial y su hija cuñada sigue en prisión preventiva por la investigación que le sigue el Ministerio Público. Colorín colorado, este cuento no se ha terminado, pero lo peor es que parece que no tiene cuándo acabar.
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