Mundial Brasil 2014: En la peor goleada de su historia, y encima, como sede del Mundial, Alemania eliminó a Brasil en cuartos de final con 7 goles a 1. (Reuters)
Mundial Brasil 2014: En la peor goleada de su historia, y encima, como sede del Mundial, Alemania eliminó a Brasil en cuartos de final con 7 goles a 1. (Reuters)

A los 30 minutos, Brasil perdía 0-5 ante Alemania. Era el 8 de julio y se jugaba una de las semifinales del Mundial de Fútbol FIFA 2014. Brasil necesitaba 6 goles para remontar. Solo anotó 1. Perdería 1-7. En la ida de los octavos de la UEFA 2017, Barcelona había perdido 0-4 ante el PSG. El 8 de marzo se jugaba la vuelta, necesitaba vencer por una diferencia de 5. Barcelona ganaría 6-1. Dos equipos con la misma derrota encima. En uno se hizo más dolorosa; el otro la superó. Ningún equipo quería perder, dejaron fuerzas y vergüenzas en la cancha. Pero uno solo puso voluntad y no fue suficiente. El otro puso buen fútbol para ganar.

Estamos en las mismas. La coyuntura política nos hunde en una derrota profunda. Líderes de todos los grupos están investigados por corruptos. Desde dentro se ve inocencias que no se respetan y abusos selectivos. Pero visto desde fuera es una crisis total. Requerimos un punto de quiebre: o la derrota se hace más profunda o empezamos a superarla, aquí y ahora. Lo primero es que, en este momento de decisiones cruciales, la desgracia se percibe ajena, como si fuese problema de políticos contra fiscales. No evaluamos en qué medida tenemos algo de culpa. Al fin de cuentas, los venimos eligiendo hace 20 años. En todo este tiempo tampoco exigimos, fuerte como ahora, que se controle, fiscalice y sancione. Creímos que debía ser tarea de otros. La reforma comenzará cuando tomemos conciencia de que la suerte de la vida política es también nuestra responsabilidad.

La crisis no viene sola, hay parálisis de gobierno. Para muestra: los accesos a la capital están concesionados a Rutas de Lima, que es de Odebrecht y de fondos de inversión. Los intercambios viales para hacer fluidas las Panamericana Norte y Sur y la ampliación de la Ramiro Prialé se debían financiar con peajes. A la gente le cuesta pagar, sobre todo a una empresa corruptora, así que incendió las casetas de cobro. Al alcalde de esa época le pareció normal nomás. Desde entonces las obras están paralizadas. Cada solución que se propone se la califica de cómplice de corrupción. Serán inevitables los arbitrajes. Los perderemos: en vez de peajes pagaremos indemnizaciones y no tendremos carreteras. Mientras tanto, el tráfico será peor.

El grito “que se vayan todos los políticos” calma iras, pero no propone soluciones. “Sálvese quien pueda” parece consejo práctico, pero impide consensos. La coyuntura grave obliga a trabajar juntos. Buena política para superar la crisis o nos sepulta a todos.

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