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Fernando Cáceres: Formalidad vs. competitividad

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Fecha Actualización
En el año 2012, los contribuyentes con domicilio en La Victoria aportaron casi 3,000 millones de soles en impuestos al fisco, considerando IGV y Renta.

La mayor cantidad de estos recursos provienen del IGV generado por las ventas de Gamarra, emblema de la Pyme. Las preguntas que se hacen estos empresarios, con algunos de los cuales conversé esta semana, es "¿y cuánto me devuelven por estos impuestos?, ¿está cumpliendo el Estado su parte del contrato (social)?".

Es verdad que probablemente ellos tengan algunas prácticas informales, pero el solo pago del IGV, cuya obligación nace incluso sin haber recibido pago alguno, genera suficiente legitimidad para cuestionar el sistema.

Un dirigente de Gamarra, por ejemplo, me mostró con números de por medio, cómo la formalidad está reñida con la competitividad.

Y ser competitivos, en épocas de grandes centros comerciales, no solo incluye las variables precio y calidad, sino también los servicios y la infraestructura que debe ofrecerse a los clientes para que tengan una buena experiencia de consumo; aspectos en los que ellos mismos deben gastar, como en seguridad, al no recibir de parte del Estado un servicio aceptable (20 efectivos para 34 manzanas es una broma).

Desde luego, ahí no se agota el fracaso del Estado en cuanto a lo que (no) devuelve a cambio de los impuestos. Basta no estar de acuerdo con una acotación de la Sunat para advertir que, a pesar de que se le venzan los plazos al fisco para resolver o que se demore el Poder Judicial, igual les cobrarán intereses/IPC por la ineficiencia estatal.

Necesitamos un cambio de instituciones estatales. Un mercado con este Estado no es un "modelo de mercado". No es un modelo.

El gran reto para los candidatos es proponer cómo construir una escalera hacia la formalidad para estos empresarios, que les ofrezca un nuevo contrato social, donde competitividad y formalidad no sigan siendo excluyentes.