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Esther Vargas: Dormir, desconectar y recargarse
“El exceso de atención a veces neutraliza la atención. Y, quizás, te has enterado de tanto que no sabes nada”.
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¿Cuántas horas duermes? ¿Cuántas horas miras el celular? ¿Cuánto tiempo contemplas el mar sin escuchar el sonido del WhatsApp? ¿Cuántos segundos puedes pasar sin ver el Facebook? ¿Qué tan solo te sientes cuando todos tus amigos-contactos se desconectaron y solo quedas tú?
En una reciente cena, los platos desfilaban delante de nosotros, mientras todos mirábamos ansiosos el celular. Como si la vida estuviera en la pantalla. Entre un chat aquí, un chat allá y el aluvión de tuits y actualizaciones en Facebook, te sientes plenamente informado, como que lo sabes todo y ya no necesitas que nadie te lo cuente; pero la saturación es tal que, de pronto, te das cuenta de que, en verdad, no sabes nada. El exceso de atención a veces neutraliza la atención. Y, quizás, te has enterado de tanto que no sabes nada.
Hay algunos que defienden el insomnio productivo, pero esa es una farsa. Y yo era de ese grupo, de los que orgullosamente mostraba sus ojeras para decir que la noche estuvo buena.
El insomnio es malo, así te la pases mirando el techo de tu casa o haciendo un plan de negocios. Mi tema con el sueño y esta angustia que me genera no dormir las horas necesarias se metieron en mi cabeza cuando una de las mujeres que más admiro, una mujer exitosa y poderosa, recomendó en una esperada charla para periodistas que lo mejor era dormir. Dormir para renacer. Dormir para crecer. Dormir para descansar. Dormir para recargarse. Dormir para crear.
Arianna Huffington, la hacedora de medios digitales exitosos en Estados Unidos y el mundo, publicó un libro en el que no te da la receta para resucitar la industria de noticias. Arianna te dice que duermas. Una vez más.
Entrevistada por Moisés Naín, a propósito de su libro Thrive, Huffington no habla del éxito, sino de la importancia de reflexionar sobre el balance necesario para no caer, como le pasó a ella el 6 de abril del 2007, cuando despertó tirada en el suelo. La sangre rodeaba su cabeza. Se cortó el ojo y se quebró un pómulo. Colapsó por falta de sueño. Y hoy es una defensora entusiasta del sueño, en tiempos en que todos parecemos necesitados de conectarnos, de dar like tras like, y consumir información y entretenimiento como drogas que, a la larga, consiguen alejarnos de la almohada.
A mis alumnos de Comunicaciones siempre les hablo de Arianna por la revolución que hizo en el periodismo con The Huffington Post, pero desde el 2014 comento la anécdota de su crisis y su receta tan simple como breve: duerme.
Arianna sostiene que trabajar 24 horas al día es el equivalente a ir ebrio al trabajo. Arianna te recomienda apagar el celular, la computadora, colocar todo lo electrónico fuera de la habitación. Dejar esa manía enfermiza de revisar correos. Pensar que te buscan, que debes saber, que debes opinar y compartir. Solo una crisis te recuerda los sueños que se te están rompiendo por no dormir.
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