Hay tratamientos dentro de lo que se llama transicionamiento, señala el columnista (Foto referencial)
Hay tratamientos dentro de lo que se llama transicionamiento, señala el columnista (Foto referencial)

Diez años, una dolorosa y angustiada experiencia con su cuerpo. Desorientación. ¿Será que el sexo en el DNI es contradictorio con la identidad que siente se ha ido gestando y que se estrella contra las manifestaciones, anticipadas o en camino, de la pubertad?

Disforia de género. Aparece en las biblias diagnósticas: “sufrimiento emocional intenso debido a un deseo poderoso y dominante de ser de otro género que el asignado al nacer”. Hay tratamientos dentro de lo que se llama transicionamiento. Bloqueadores de las manifestaciones puberales y, luego, hormonas del sexo alternativo. Lo anterior disminuiría el padecimiento y, eventualmente, prepara cambios radicales.

El Servicio Nacional de Salud inglés encomendó a Hilary Cass, reconocida pediatra, que evaluara el estado de la cuestión. Lo hizo. El informe ha conmocionado el mundo de la salud mental. También el escenario de las guerras culturales alrededor del género.

En resumen: se inicia demasiado fácilmente el tratamiento, no se hace un diagnóstico diferencial serio —los síntomas podrían deberse a otras condiciones—, poca evidencia de que los protocolos disminuyan el malestar, en el mediano plazo hay pacientes que se arrepienten o no persisten en su aspiración identitaria.

No es un reporte que niega la identidad transexual, ni la necesidad de atender a los que sufren, ni que hay casos en los que las terapias sean adecuadas, no. Pone las cosas en un contexto empírico, centrado en la salud pública.

Lo que me parece descorazonador es que cualquier atisbo de debate razonado y convergencia en la discusión de alternativas ha quedado sepultado por un tsunami de activismo e ideología, en el que predominan la adjetivación, la acusación y el insulto. ¿Suena conocido? Pues está ocurriendo en todo nivel.